TRAVELZUNGU » Corea del Norte http://www.travelzungu.com The Travel Blog Wed, 06 May 2020 13:51:34 +0000 es-ES hourly 1 Corea del Norte: SIN PALABRAS II http://www.travelzungu.com/es/corea-del-norte-sin-palabras-ii/ http://www.travelzungu.com/es/corea-del-norte-sin-palabras-ii/#comments Tue, 07 Apr 2015 20:17:41 +0000 http://www.travelzungu.com/?p=485 Como prometí la semana pasada, hoy nos seguimos adentrando en Corea del Norte. Si no tuvisteis oportunidad de leer el post anterior, podéis hacerlo aquí. Ya os habréis dado cuenta de que este destino Cont →

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Como prometí la semana pasada, hoy nos seguimos adentrando en Corea del Norte.

Si no tuvisteis oportunidad de leer el post anterior, podéis hacerlo aquí. Ya os habréis dado cuenta de que este destino no es como ningún otro, ¿verdad? pues prosigamos.

Hablemos, para empezar, del transporte. Coches, hay pocos y, los que hay, son principalmente oficiales. Como allí hacen todo a lo bestia, es decir, gigante y monumental, las autopistas, que las hay, tienen muchos carriles pero te puedes tumbar en ellas sin miedo a que te atropellen. Total, ¡no pasa nadie! eso si, se ven desde el espacio… que es lo que importa.

Tumbado en Autopista en Corea del Norte

Hay autobuses, bicicletas… pero quizá lo que más llama la atención es el metro. De nuevo, monumental. Cada estación es una obra de arte. Tal cual. Adornos clásicos, pinturas, grandes lámparas, amplios espacios abovedados… podríamos decir que “de lujo”.

¿Y los aviones? pues los aviones son, sencillamente, de traca. Yo hice un vuelo doméstico al norte del país y la experiencia fue para recordar. En primer lugar, no se veía nada al entrar. Una espesa neblina no te dejaba ver ni los números de la filas. Sólo faltaba que apareciera Michael Jackson bailando y cantando “Acaaachu triiiileeeer” en la fila 21 como alguien dijo. Cuando conseguí llegar a mi asiento, me encontré con el asiento ocupado y sólo me habían dejado el incómodo asiento central. Cuando le pregunté al “ocupa” por mi sitio, me despachó a golpe de “wan chum pam pin chú” y miró para otro lado.

Metro Pyongyang

Hasta aquí, uno dice, bueno, unas risas. Pero no fue eso lo que más me impresionó. En la parte final del avión había… ¡¡un gallinero!! una zona con gente que iba de pie rodeada de maletas. Como si fueran en el autobús con destino a la Puerta de Atocha. Y, por cierto, parecía muy normal para ellos. Sólo les faltó cantar la serenata de “Carrascal” como si fueran de excursión escolar.

Del transporte nos vamos a ir ahora a la comida. No hay mucho que contar, la verdad, excepto que es como la de su vecina Corea del Sur pero en versión low-cost. Por ejemplo, si es una barbacoa coreana (que esta de lujo), la carne, en vez de ser tierna y sin nervios pues esa histérica perdida. La anécdota en este campo sucedió al comer sopa de perro. Un buen amigo mío entendió “duck” y no “dog” así que, mientras él disfrutaba su supuesta sopa de pato (duck), yo le recordé un apunte sobre pronunciación en inglés: “que tal tu sopa de ‘dog’ (perro)?” A lo que me respondió: “de ‘duck’ querrás decir…”. “No, mijito, no… ¡¡De dog!!”. En ese momento se le salieron los ojos de las órbitas al tiempo que vaciaba el contenido de su boca sobre el plato. No comió nada en dos días. A mi, sinceramente, me daba igual y me la comía encantado. ¡¡Hay cosas mucho peores por ahí!! Y la sopa, no miento, estaba buena.

Bailando en Corea del Norte

No dejé pasar la ocasión de bailar con los norcoreanos. Son gente muy agradable. Tímidos y reservados pero muy amables. Uno de los días que estuve allí coincidió con una de sus celebraciones. Todos bailan canciones populares en la calle y a la vez. Ni corto ni perezoso me integré en algunos de los grupos de baile. Allí, todos agarrados de la mano de un lado para otro. Se partían de la risa al verme dar mal los pasos aunque, al rato, ya era uno más. Un pasito a la izquierda, otro a la derecha, vueltecita, ahora para acá, ahora para allá. No quiero decir que yo sea Joaquín Cortés ¡sino que el baile era fácil!

Aunque se me quedan muchas cosas en el tintero (como el DMZ y la frontera con Corea del Sur) y ya habrá ocasión de contarlas, hoy voy a terminar con uno de los eventos más impactantes que he podido ver en el mundo y en mi vida. Os hablo de los “Juegos Masivos”. Imaginaos: el estadio más grande del mundo, el Rungrado May Day Stadium de Pyongyang, con capacidad para 150.000 personas con 10.000 bailarines llevando a cabo una coreografía perfecta. Al tiempo, las gradas se visten de motivos de todo tipo y colores que van cambiando a lo largo de la velada. Te quedas con la boca abierta. Todo al unísono, con bailes y piezas musicales ejecutados sin errores. Una belleza escénica que te pone la piel de gallina pero de verdad.

Por si fuera poco, a mitad del espectáculo, todo el estadio comenzó a gritar consignas con una intensidad difícil de describir. Yo me preguntaba ¿¿¿pero qué pasa??? ¿¿¿llegó la tercera guerra mundial???. Ocurrió algo que era hasta una rareza para los propios norcoreanos. Sin aviso previo y en el palco principal del estadio apareció Kim Jong-il. El mismísimo presidente. El estadio se vino abajo. Los 150.000 que allí estábamos (ahora 150.001) nos quedamos por un momento, como recita el título de este post, SIN PALABRAS. Los locales por ver a su presidente (lo cual sucede en muy rara ocasión) y yo por asistir a ese momento de fervor a ultranza tan fuera de lo común que quedará en mi memoria para siempre.

Y eso es todo por hoy. ¡Buenos viajes!

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Corea del Norte: SIN PALABRAS http://www.travelzungu.com/es/corea-del-norte-sin-palabras/ http://www.travelzungu.com/es/corea-del-norte-sin-palabras/#comments Tue, 31 Mar 2015 10:00:38 +0000 http://www.travelzungu.com/?p=469 Corea del Norte: de pocos países se habla tan poco y pocos nos impresionan tanto. Y la impresión no procede de maravillosas playas (que las tiene), resorts de ensueño (que los habrá) o Cont →

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Corea del Norte: de pocos países se habla tan poco y pocos nos impresionan tanto. Y la impresión no procede de maravillosas playas (que las tiene), resorts de ensueño (que los habrá) o de una riqueza gastronómica sobresaliente. En este país lo que llama la atención es la nación en sí. Su situación, su hermetismo, su doctrina.

No me atrevería a decir que a todos los visitantes les gustaría pero sí que no dejaría indiferente a ninguno. Más que a hacer turismo, aquí se viene a experimentar otro estilo de vida. A saborear otra época. A conocer otro mundo. Uno muy alejado de lo que nos ofrece occidente. A mí, en particular, estos destinos son los que me hacen sentir que viajar es la mejor pasión que existe.

El debate político no es el objetivo de este blog por lo que no voy a entrar en valoraciones sobre lo que se percibe allí. Lo que sí voy a hacer, es deciros lo que yo he visto, lo que he sentido y, sobre todo, trasladaros algunas de mis vivencias por aquellas tierras.

Monumento Pyongyang

Ya desde el inicio del viaje te das cuenta de que éste va a ser único. Conseguir un visado es toda una aventura y ¡no me lo confirmaron hasta el mismo día del vuelo a Pyongyang! en Beijing. Necesitas un plan B por si se tuerce el asunto. Al final, una hora y media antes de la salida, se me dio luz verde.

En el mismo aeropuerto, en el control de seguridad del equipaje de mano, ya ocurren cosas inverosímiles. Por ejemplo, delante de mí había un grupo de hombres vestidos todos con los mismos atuendos, con maletas iguales, con idénticos cortes de pelo (tenía que haberles preguntado si se llamaban todos igual. No sé, Kim, por decir algo). Al pasar las maletas por la máquina de rayos empezaron a sonar alarmas de todo tipo y se encendieron tantos focos rojos que el lugar parecía el restaurante “Gran Muralla” que todos tenemos cerca de casa. Acto seguido, los agentes de seguridad les llamaron a capítulo. El diálogo fue algo así:

Agente de seguridad con cara de pocos amigos: “Guan chen fú, flin-flun-flán”

Sextillizo #4: “¿¿Flin-flun-flán?? ¡¡Tien tan yeng ming lantang!!”

Agente de seguridad con cara de pocos amigos: “¡¡¡Lantang din bayaaIII!!!”

Está claro, ¿no? Pues eso. Total que, acto seguido, abrieron sus maletas una por una y… ¿sabéis qué contenían? No, armas no… ni uranio enriquecido… ni la colección de cucharitas de la abuela… no… lo que allí había (y rebosaba) eran productos… ¡estadounidenses!. Cartones de Marlboro, M&M´s, Levi’s… y un sinfín de similares en gran cantidad.

Cuando me bajé del avión estaba fascinado. Aviones rusos por todos lados. De esos con las alas “tristes” hacia abajo y muchos motorcillos. Un tono grisáceo predominaba, aunque todo hay que decirlo, estaba nublado. Había llegado a Corea del Norte. El país más aislado del planeta.

Nada más llegar, me di cuenta de que iba a acostumbrarme al rostro y a la voz de Kim Il-sung. El presidente, el líder, el fundador, el todopoderoso… y el fallecido. Por aquellos días muchos de sus habitantes desconocían la muerte de su presidente. Al mando estaba su hijo, Kim Jong-il pero Kim Il-sung era omnipresente. En el aeropuerto, en la calle, en el hotel, en el periódico, en la “televisión”.

José Antonio con estatua de Kim Il-Sung

Para muestra un botón. En uno de los pocos lugares en los que pude comprar algo, vendían diversos productos comestibles (no M&M’s) y me fijé en las fechas de caducidad. Para mi asombro, ¡todo estaba caducado!. Bueno, eso creía yo pero no. Lo que ocurre es que ellos siguen el calendario de la era Juche. Es decir, aquella que cuenta los años desde 1912. ¿¿Y qué pasó ese año?? ¿se inventó el pantalón pitillo? No, ese fue el año del nacimiento de Kim Il-sung. Así de importante es él en su país.

Uno de los lugares más impresionantes que vi en Pyongyang fue su mausoleo (el del presidente), el Palacio Memorial de Kumsusan (el mausoleo más grande del mundo). La cola para entrar era kilométrica pero, para mi sorpresa, me dejaron entrar en primer lugar. Me sentí un poco mal porque allí la gente debía llevar unas cuantas horas esperando bajo un sol de justicia.

Todavía recuerdo la melodía que resonaba en el lugar permanentemente. Suave pero triunfalista. En este sagrado espacio para los norcoreanos hay que llevar las mejores prendas que tengas, corbata y los zapatos limpios.

Una vez llegas a la sala principal, en el mismo centro, hay un sarcófago de cristal y, dentro, está él. Perfectamente conservado. Perenne. Todavía dirigiendo su país.

 

La sala está llena de militares armados que observan, impasibles, cómo cada visitante hace cuatro reverencias obligatorias ante cada lado del sarcófago. Un momento para recordar porque pocas veces volveré a ver algo similar.

José Antonio con bailarina en Pyongyang

Hay mucho que seguir contando sobre Corea del Norte así que, la próxima semana, ¡os seguiré contando! Porque lo que viene es total. Hasta entonces, ¡buenos viajes!

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