GABÓN: Un Edén Por Explorar

Gabón es un país poco visitado, repleto de selvas vírgenes, un buen número de gorilas y hasta playas. A mí me reportó unas experiencias inolvidables y hoy os cuento algunas para que veáis lo que puede ser un viaje por África sin ningún tipo de planificación.

GabónDejamos pues el misticismo de Camboya y el Angkor Wat del lunes pasado y volamos a las costas atlánticas de África para sumergirnos en una nación verde, muy verde.

En esta ocasión no os voy a hablar ni de animales ni de selvas ni de monumentos ni de tribus. Os voy a relatar un viaje sin itinerarios preestablecidos, sin ningún tipo de reservas previas en alojamientos, sin transporte acordado… Simplemente, decidí ir y ya, como en muchas otras ocasiones.

GabónAcababa de pasar unos días con una gran amiga viajera en el oeste y norte lejano de Camerún. Ella se volvió a España y mi plan inicial era esperar a un par de amigos escandinavos en Yaoundé para meternos en la selva de la República Centroafricana. Un día antes de que llegasen, la frontera entre ambos países se convirtió en zona de guerra y mis amigos, ante tal situación, nunca llegaron.

GabónAsí que me quedé de “solanas” en la capital del país. No podía ir solo a la República Centroafricana porque entre la guerra y lo que habría tenido que pagar asumiendo yo todos los gastos lo hacían inviable (sobre todo por esto último, jeje). ¿Y qué hace uno cuando está en Camerún y hay guerra en el país vecino? Pues lo típico, lo que haríamos todos, ir a Gabón. Porque no te vas a volver a casa. De eso niente.

GabónA la primera de cambio, me cogí un autobús petado de gente (y, para variar, yo con las rodillas en las orejas) para poner rumbo al Sur. Dentro iba mucha gente sin ningún tipo de documentación que venían de otros países a miles de kilómetros de distancia y se vivieron situaciones muy tensas en cada control (que son cada dos por tres). Intentos de soborno, maltratos, detenciones… y, por supuesto, retrasos monumentales.

GabónAl final, tras un par de autobuses, un coche compartido y a lomos de una moto de 100cc con pegatinas de llamas de fuego llegué a la frontera con Gabón. Yo no tenía ni visado ni nada de nada. A saco, Paco. Discusión por aquí, que si esto que si aquello por allá, que tú y que yo por “acuyá” y ya estaba en Gabón. Claro que, en cada control, me preguntaron por lo que me habían dicho en el anterior y si había tenido que pagar algo.

GabónSe me hacía tarde y terminé en un pueblito a algunas decenas de kilómetros de la frontera, busqué un alojamiento baratito y me quedé. Lo que yo pensaba que iba a ser una noche para seguir ruta se convirtió en toda una estancia de varios días.

Gabón

El lugar en cuestión parecía un pequeño club. Había tan poca gente que comíamos todos juntos (los trabajadores y los tres huéspedes que había incluyéndome a mí) para abrir la cocina una sola vez. Se hospedaban dos sudafricanos que llevaban allí varios meses tratando de sacar una obra adelante en la región y llevaban un retraso importante. Estaban los pobres tan aburridos que yo llegué como un soplo de aire fresco (no en la nuca).

GabónRotos los hielos, aquello se volvió un desmadre. Íbamos al mercado a darnos una vuelta, nos tomábamos una cerve mientras escuchábamos la banda sonora de la esporádica pareja local que se quedaba unas horas por allí, veíamos la tele, salíamos a la discoteca del pueblo… La verdad es que nos lo pasamos genial.

GabónLa discoteca era como volver a los setentas con la bola de espejos dominando el lugar, las mujeres esperando que les sacaran a mover el esqueleto (y una cervecita) y un DJ con pelo micrófono. Pena no haberme llevado mi camisa de solapas volanderas.

Allí fui más consciente que nunca de que muchas mujeres del África subsahariana, por si no lo sabíais, llevan peluca. De todas las formas, tamaños y colores.

GabónTras unos días por allí, opté por irme antes de que me diera por instalarme forever y el ritmo se estaba volviendo frenético. Puse rumbo a la capital, Libreville, en un autobusito que tardó nada menos que 15 horas en llegar. Tenía muchos lugares a los que podía haberme dirigido pero el problema es que visitar sus numerosos parques naturales de forma individual es, en una palabra, caro, y en dos, muy caro.

GabónSi vais solos y os piden 500 dólares por día por ir a ciertos lugares, no os extrañéis porque puede ocurrir. En grupo será más fácil, está claro, pero no esperéis encontrar un grupo allí al que juntarse ya que será complejo dar con él si es que lo hubiera. Como yo había visto ya muchas selvas, gorilas y un sinfín de animales por todo el continente no me dio mucha rabia, para qué os miento. Además, la experiencia estaba siendo suprema.

GabónLa mañana que cogí el autobús, antes de amanecer, me dispuse a esperar pacientemente a que cargaran gallinas, maletorros y otros bultos y escuché a la persona de al lado hablando en español. ¡Qué sorpresa! Una mujer gabonesa muy maja que había pasado algún tiempo en España y terminamos entablando una amistad que nos llevaría a vernos en varias ocasiones. En el trayecto me iba contando sobre las costumbres del país, la comida (la cual degustamos en las paradas del camino) y un sinfín de cosas más.

Gabón¿El paisaje hasta la capital? Verde… hasta Libreville. No es una ciudad que destaque por nada especial excepto por la playa y el paseo marítimo. ¡Tiene hasta chiringuitos! Por lo demás, una capital africana como tantas otras aunque también cuenta con unos edificios gubernamentales grandes y vistosos.

GabónLa recorrí de cabo a rabo solo y con mi nueva amiga. No faltó la situación de sacarle foto al Palacio Presidencial sin saber que lo era y una batería de militares poco menos que condenándome a 20 años de prisión. Al final, todos súper amigos. Tened cuidado al sacarle fotos a los edificios gubernamentales en África aunque muchas veces no sabes que lo son hasta que te han detenido…

GabónUna tarde, mi amiga y yo nos estábamos tomando un café por la ciudad. Teníamos cada uno una nube espesa de mosquitos revoloteando sobre nuestras cabezas. Era un bastante cómico. En un momento dado, ella me dijo que tenía una pregunta sobre el idioma de Cervantes. Yo le dije: “No te preocupes mujer, pregunta lo que quieras. Gramática, ortografía… lo que quieras que seguro que te puedo ayudar…”. Y procedió con su pregunta que fue algo así: “¿Podrías explicarme en profundidad la filosofía de Unamuno de tal forma que luego pueda yo traspasar el conocimiento?“. A mí se me hizo un nudo en el cerebro automáticamente. Alcé la mirada a su nube de mosquitos, la bajé hasta sus ojos y medio susurrando le dije: “Pues… La verdad es que… no… en este momento… ¿Otro café?“.

GabónMis días por Libreville se terminaban y por motivos logísticos de última hora tuve que volver a Camerún. Otras 15 horas de vuelta, noche loca en el pueblito que tan bien conocía y, al día siguiente, a la frontera. En esta ocasión, un militar del puesto fronterizo me dijo que tenía que pagar por el registro de salida a lo que le dije: “Sería la primera vez que tengo que pagar por escribir mi nombre en un papel aquí” y me respondió: “Así es, va a ser la primera vez”. Y lo que me salió fue: “Pues va a ser la primera vez que tengas a un extranjero sentado a tu lado un buen rato dándote la brasa”. A los cinco minutos, tan amigos y seguí ruta al interior de Camerún.

¡Hala! En otra ocasión os cuento otras cosas que vi y lugares que visité en Gabón en esos días.

¡¡Hasta la semana que viene!!

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4 reflexiones sobre “GABÓN: Un Edén Por Explorar

  1. Vladimir

    Estoy mucho intrigado con ganas de saber si Usted pago propina en salida de Gabon a agente de puesto fronterizo, o si en cambio Usted fue astuto como zorro y evito pagar propina generosa y solo dio brasa a agente fronterizo de Gabon. Gracias de nuevo por reportaje poderoso con bastante substancia aventurera. Abrazo ruso.

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