ISLA DE PASCUA: La Maldición

¿Viajes catastróficos? ¡Ahí va uno de ellos! Lo que pensábamos que iba a ser una experiencia fantástica y única terminó siendo el peor viaje de mi vida. Eso sí, no puedo negar que no fuera una experiencia única… Y tan única…

Hoy dejamos Kosovo para irnos a la Isla de Pascua (Rapa Nui) en el Océano Pacífico. Uno de esos destinos que se encuentran en la lista de destinos deseados de muchos viajeros y es lugar de paso entre continentes para muchos de ellos. También estaba en la mía y no desaproveché la ocasión de ir cuando me encontraba en Santiago de Chile volviendo de la Antártida.

Nunca me pude imaginar la cantidad de eventos desafortunados que ocurrieron en esa isla. Tanto para mí como para el gran amigo viajero que me acompañaba. Una cosa te puede ir mal, dos… incluso tres… pero… ¿¿¿TANTAS??? No sé, lo mismo al llegar uno de esos moais todo altotes nos echó un mal de ojo.

En fin, no todos los viajes son excelentes aunque no recuerdo casi ninguno malo y, desde luego, ninguno como este. Yo saqué muchas cosas en positivo de aquel viaje pero eso no cambia la historia. Ahí os va…

Moais en Isla de Pascua

Llegábamos de pasar un buen tiempo en la Patagonia chilena y en la Antártida y de vuelta a casa teníamos que pasar por Santiago. Teníamos todavía tiempo para seguir explorando (unos siete días) y en el mismo aeropuerto nos preguntamos: “¿¿Y si aprovechamos estos días y nos vamos a la Isla de Pascua??” Error… nos fuimos al mostrador de LAN y compramos dos flamantes billetes a la isla chilena de los moais… ¡qué bien nos lo íbamos a pasar!… error…

Tras unas cuantas horas de vuelo llegamos a la misteriosa isla. Era de noche y había mucha expectación. Ahí llegó el primer problema… la bolsa en la que yo guardaba los billetes de vuelta, un pasaporte y la llave de una caja de seguridad había desaparecido como por arte de magia… la buscamos hasta en nuestros calzoncillos pero nunca más apareció. Uno piensa: “bueno, más se perdió en Cuba y vinieron silbando…”. Uno asume su barranco, maneja bien el duelo por la pérdida y sigue su vida porque, ¡hey! ¡¡¡Estamos en la Isla de Pascua!!!

Tras pasar la recogida de maletas, los agentes de seguridad nos miraron con mucha suspicacia preparados para freírnos a preguntas. No me extraña porque… ¿¿Quién va a una isla en pleno Pacífico con un montón de bolsas llenas de ropa para soportar 42º bajo cero y gafas de esquiar?? “pues mire usted, es que venimos del Polo Sur y tal…”. “Si, si, del Polo Sur ese, claro… vengan, vengan por aquí…”. Afortunadamente no nos mandaron de vuelta. Total, ¿qué artefacto explosivo se puede hacer con calzoncillos térmicos? Aunque yo creo que nos pusieron en la lista negra y nos empezaron a vigilar desde ese momento.

Isla de Pascua

Al día siguiente nos compramos un bañador, un par de camisetas (claro, no íbamos a ir vestidos como esquimales por allí) y alquilamos unos scooters para recorrer la isla. El pelo al viento… la libertad… el mar… tan a gusto… Nos fuimos a la única playa realmente buena de la isla. ¡Nos os penséis que tiene muchas playas! Porque no es así… si queréis playas, hay muchos otros sitios. Preguntad, que yo os digo un montón con playas de ensueño.

Una vez en la arena nos metimos en el mar como dos alegres muchachos. Que si una pirueta por aquí… que si mira como hago el pino… que si mira como nado a mariposa (dos brazadas sin levantar el pecho lo más mínimo del agua), que si mira como pierdo la cámara con las mejores fotos de la Antártida… ¡NOOOO! Pues si, amigos… la cámara resistente al agua resultó no ser resistente a la pérdida.

En ese momento empezamos a hacer piruetas de verdad para buscarla y, como no la encontrábamos, llegué nadando a mariposa en 0,5 segundos a la orilla (levantando el pecho casi un metro del agua en cada brazada. Lo que hace el estrés, ¿eh?). Al llegar, pedí a todo el que veía unas gafas de bucear para buscarlas mejor. A lo lejos, mi amigo se sumergía una y otra vez entre saltos variopintos y posturas extrañas buscando a la condenada.

Moais en Isla de Pascua

Volví con unas gafas de natación de un niño pequeño. Imaginaos la pinta… la goma toda estirada doblándome las orejas hacia abajo, las gafas no me cubrían los ojos por completo, empañadas a tope, esto sin contar el pecho peludo, la barrigota colgante y las patas de pollo… parecía un… no sé, la verdad, no se me ocurre nada… estoy convencido de que si los de seguridad del aeropuerto nos estaban vigilando en ese momento pensaron: “aquí hay algo… fijo… esta gente no es normal…”.

¡Lo mejor de todo es que la encontramos! ¡A 150 metros de la costa! La vida volvía a ser maravillosa… y seguimos recorriendo la isla con nuestros flamantes scooters amarillos hasta que… ¡¡la cámara se volvió a perder!! Se salió de la “guantera” de la moto y nos tocó recorrer todos los lugares por los que habíamos pasado una y otra vez… nunca más se supo de aquella cámara ni de las fotos… Total, uno piensa: “más se perdió en Cuba y vinieron silbando… pero cabreados de pelotas, ¿no?”.

¿Qué más podía ir mal? Pues con el scooter nada pero nosotros terminamos como el palo de un churrero de tanta vuelta que dimos bajo un sol inclemente. Las calvas quemadas, los brazos incandescentes, el cuello con olor a chamusquina… UN DESASTRE

Fuimos a una farmacia a comprar dos botes de “After-Sun” y casi no nos pudimos mover en cuatro días. Pero bueno, más se perdió en Cuba y vinieron silbando… cabreados de pelotas y quemados como la moto de un hippie…

Moais en Isla de Pascua

Visitamos todos los lugares con moais. De todas las formas y tamaños. Con ojos, sin ojos, el del mal de ojo, con gorro, sin gorro, tumbado, de pie, solos, en equipo… La verdad, impresionantes. De eso no nos pudimos quejar. La isla es espectacular. Con sus cráteres, su rugiente mar, su misteriosa historia…

Asumidos todos los barrancos, ya estábamos a un día de irnos y yo decidí quedarme en el hotel. No me gusta hacer experimentos el último día de un viaje largo. Comer bien, descansar mejor y prepararme para un largo día de vuelta.

Pero no, el infortunio no iba a acabar ahí. A mi amigo se le ocurrió que sería buena idea salir a dar una vuelta y tomar algo. Yo le dije: “No vaaaaaayas, descaaaaaansa… que bastante hemos teniiiiido…” y él: “Que nooooo, que me quiero ir a tomar aaaaaalgo. Y yo: “pues veeeeeete, no tardes muuuucho…”.

Para hacer el cuento corto, mi querido amigo apareció varias horas más tarde todo magullado y confundido. Se había encontrado con unos hombres malos acosando a una chica en la calle. Intentó defenderla y se llevó una paliza de propina. Casi no se podía mover. Cuanta gente mala hay por ahí…

Moais en Isla de Pascua

El caso es que al poco tiempo teníamos que estar en el aeropuerto para volver a Santiago. ¿Problema? Bueno, pues que si estás en mal estado no te puedes montar en un avión sin que un médico dé el visto bueno… No nos quedó otra que hacer un esfuerzo titánico por ayudarle a caminar y que pareciera lo más erguido y sonriente posible. Cada vez que alguien nos preguntaba decíamos algo así como: “Tranquilos, si es que él es así… así llegamos y así nos vamos, nada importante…”.

Tras una columna, los agentes de seguridad tomaban sus últimas notas probablemente para mandar un detallado informe a la INTERPOL.

Al final, tras las caras suspicaces del personal de la aerolínea y de los agentes, nos montamos en ese avión que nos llevó rumbo a casa.

Un viaje sin precedentes y lleno de infortunios en una isla fascinante en cualquier caso. De hecho, nunca abrí las bolsas con los souvenirs que compré allí. Estarán en alguna caja, en algún rincón, en alguna ciudad del mundo.

¡¡¡Hasta la próxima semana!!!

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2 reflexiones sobre “ISLA DE PASCUA: La Maldición

  1. Vladimir

    Las problemas no son importantes, son poca cosa comparado si gusto la Isla de Pascua. Un amigo mio ruso de Cheliabinsk viajo a Isla Pascua y gusto mucho. Este reportaje magnifico, como todos que Usted escribe. Gracias. Yo espero leer todos reportajes Usted escribe y conecto internet a http://www.travelzungu.com siempre, ya es web amigo favorito.

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    • TravelZungu Autor del Post

      Me alegro mucho de que te guste tanto! En cuanto a la Isla de Pascua, estoy convencido de que si fuese otra vez la experiencia sería distinta. Es un lugar muy especial. Un abrazo!

      Responder

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