MONGOLIA: Un Destino LEGENDARIO

¿Noches de cielos mágicamente estrellados? ¿En camello por impresionantes desiertos? ¿A caballo por las estepas? ¿Templos budistas? MONGOLIA. Si de aventuras y experiencias se trata, en este lejano país las vais a encontrar, sin duda. Sueño de muchos y al alcance de quien se lo proponga.

No hace mucho, un seguidor de este blog me pidió que escribiera sobre Mongolia y ha llegado el momento. Dejamos Albania y sus amables gentes para sumergirnos en lo más profundo de Asia. Sólo escuchar el nombre de este país suscita suspiros en muchos viajeros y no es para menos. Yo me sentía igual antes de ir y salí de allí maravillado.

Mongolia

Hay gente que llega en el tren Transmongoliano desde Siberia. Yo lo hice desde China y, junto con un gran amigo, una guía y un conductor/cocinero/mecánico, nos adentramos, para empezar, en el desierto de Gobi, uno de los más grandes del mundo.

El coche era bastante espartano. Un todoterreno ruso del año catapún-chimpún, La verdad, algo duro para tantas horas por el desierto. Teníamos el culo cuadrado desde la primera hora y ¡nos esperaban cuatro días! pero de eso, me acabo de acordar. Es un lugar tan impresionante que es un dato irrelevante… Dunas interminables, carreteras polvorientas sin fin y hasta fósiles de dinosaurios nos esperaban por el camino.

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El plan es muy sencillo: conduces, ves, paras a comer en el suelo, ves, llegas, duermes, sigues y, entre medias, unos pises. Las distancias son grandes pero merece la pena. Íbamos todos cantando en el coche los últimos éxitos de un cantante local que, la verdad, era buenísimo. Nosotros nos inventábamos las letras al principio pero como sólo llevábamos ese cassette (si, si, cassette), de taaaanto oírlo, al final cantábamos a gritos como si hubiésemos nacido allí (bueno, eso nos creíamos porque seguro que no nos entendía ni el tato pero como por allí no pasaba ni el tato…).

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En esta región se pueden encontrar fósiles (hasta huevos) de dinosaurios. El guía nos explicó aquello de que, para diferenciarlos de las piedras, tan sólo había que comprobar si la superficie era porosa. Te chupas el dedo, tocas el potencial hueso de Tiranosaurio Rex (hay que apuntar alto) y, si se te queda “to pegao” pues no es una piedra. A mí se me pegaba todo por lo que empecé a tener mis dudas, aunque prefiero pensar que encontré muchos huesos de hace un pocotón de años (y así puedo ir de paleontólogo amateur…).

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MongoliaHicimos parte del trayecto en camello. Es duro, las cosas como son. El típico paseíto de cinco minutos en Dubai para la foto no es comparable. Aquí el cuerpo se resiente y habiéndonos bajado del todoterreno, no sé qué era peor. Yo parecía una viejecilla: “¡¡Ayyyy, mi espaladaaaa!! ¡¡oyyyy, mi caderaaaaaa!! ¡¡uyyyy, mi traserooooo!!”. Eso sí, son unos animales fantásticos y la experiencia es total.

De Gobi nos fuimos a la antigua capital Imperial: Karakórum. No queda mucho de esta sede del imperio mongol aunque hay una tortuga gigante de piedra que me llamaba insistentemente para hacerme una foto típica. Me la hice, claro. También hay templos budistas y muchos monjes. Todos ataviados de rojo, solemnes pero… ¡¡con el móvil asomando cuando rezaban de rodillas!! Es una ciudad, con sus alrededores, que te pone a pensar cómo serían los días de uno de los mayores imperios de la historia.

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Una de las mejores partes de aquel viaje fueron los días en las estepas. Nos alojamos con una familia local en un valle. No sólo compartimos sus yurtas o “ger” (que es la vivienda habitual de los nómadas del país) sino también su día a día. Eran fantásticos y nos recibieron con un cuenco de leche de yak repleto de moscas.

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Habíamos ido allí a compartir con todos y las moscas estaban invitadas al banquete (quisiéramos o no).Yo le di un trago que me dejó un bigote blanco de los que vienen para quedarse y un par de moscas entre los dientes y le pasé el cuenco a mi amigo con una gran sonrisa. Él (que detestaba las moscas), empezó a poner caras raras y a hacer amagos de arcadas. Le di un sutil codazo al tiempo que le susurraba: “Hermanasso, piensa en un tequila bien chingón y dale un trago que tenemos a toda la familia delante y te están esperando”. Al final, le dio un pequeño sorbo al tiempo que se le ponía la cara verde.

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Pero ahí no acabó nuestra relación con los yaks. Ellos los ordeñaban y, cómo no, nosotros también. A eso veníamos, ¿no? Al principio es un poco raro porque meter las manos entre la lana y buscar las tetillas aquellas blandurrias y húmedas no era algo que hiciéramos todos los días. Tiene su técnica aunque tampoco se me dio muy allá ni quise sacar mucha leche porque ya sabíamos que terminaba en nuestras manos en forma de cuenco con 20.000 visitantes.

Al día siguiente, el cabeza de familia vino con unos caballos para enseñarnos a montar al más puro estilo Gengis Kan. Por cierto que, esta gente, no se sienta casi en el caballo, van normalmente con las piernas totalmente estiradas sobre los estribos, de pie. Nos montamos y acto seguido el caballo de mi amigo salió por patas en dirección opuesta (con mi amigo a cuestas). Nos dimos cuenta de que él no controlaba al caballo y sólo le oíamos gritar, yendo muy rápido y dejando una enorme polvareda detrás. Tuvimos que ir a buscarle a unos cuatro kilómetros, siguiendo la estela, a otra yurta familiar en medio del campo. Allí estaba él con una gota de sudor frío cayéndole por la mejilla y una cara de espanto terrible. A partir de ahí, se tuvo que conformar con ir detrás del señor, conectado a su caballo por una cuerda, para evitar incidentes.

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A mí, en cambio, parece que se me dio mejor montar a caballo que ordeñar yaks y no hacía más que ir al galope a toda velocidad de un lado para otro hasta que el “jefe” me dijo: “¡Oye túuuuu…! ¡¡¡motivaaaaao!!! ¡¡bájale un poco al ritmo a ver si te me vas a ‘escoñetar’ aquí y la liamos paaardaaaa!!”. Aproveché para descansar un poco y acompañar a mi amigo, que parecía un reo del lejano Oeste allí detrás con la mirada perdida. Cabalgando por esas vastas estepas te imaginas al mismísimo Gengis dándolo todo por allí a toda pastilla…

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Otro día nos dimos una extensa caminata por las colinas y los valles cercanos. Los paisajes son extensos y luminosos. Por las noches, aparte de hacer un frío justiciero, nos solíamos tumbar en el suelo todos para observar el firmamento. A día de hoy, creo que es uno de los cielos más estrellados y brillantes que he visto en mi vida.

Para terminar el viaje nos desplazamos a Ulán Bator, la capital. Nada especialmente destacable excepto la tanda de barbacoas mongolas que disfrutamos. Madre mía (hola, mamá), que barbacoas… En cuanto a la ciudad en sí, es agradable. Un toque desértico, otro soviético y otro asiático. Una mezcla curiosa repleta de gente amable.

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El último día nos fuimos al aeropuerto para poner rumbo a Corea del Sur. Por cierto, en el aeropuerto estaba el famoso cantante (el que os comentaba del cassette en el desierto Gobi) del que nos sabíamos ya las canciones. No sabíamos que era él al principio pero un montón de enfervorecidas chicas se agolpaban para pedirle autógrafos y preguntamos. Cuando nos lo confirmaron, nos miramos y nos dijimos: “Si alguien pide un tema, nos lanzamos a capela con dos…“.

¡¡Y eso es todo por hoy!! Si queréis leer más sobre destinos en Asia, no os perdáis Timor Oriental, Corea del Norte, Bangladesh, Bután, Nepal y varios destinos de Oriente Medio como Yemen, Irak… o sobre otros continentes en destinos.

¡¡¡Hasta la semana que viene!!!

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6 reflexiones sobre “MONGOLIA: Un Destino LEGENDARIO

  1. Isaac Mar del Plata

    ¡Gracias brother! Me gustó ¿viste? Pero yo no habría probado esa leche de yak con moscas, como hiciste vos y vuestro amigo mexicano. La leche con moscas debe ser una bebida típica de Mongolia, tal vez las moscas le dan un sabor especial a esa leche, al igual que esos licores chinos en cuya botella se halla un lagarto.

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    • TravelZungu Autor del Post

      Hola Isaac! Créeme que la leche de yak con moscas no es ni de lejos lo más curioso/raro/poco-apetecible que he comido… Ya verás ya! Iré contando! Y tienes razón, sin las moscas no sería una leche mongola en condiciones con su típico sabor. Hmmmm!! Un abrazo!

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  2. Isaac Mar del Plata

    José Antonio ¿Haceme caso y escribí un post sobre las comidas más raras que has probado durante tus viajes, como ratas, escarabajos, chinches, gusanos, sesos de mono, murciélagos, cuervos, buitres, etc.? Tendría mucho éxito, brother.

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  3. Vladimir

    Experiencia poderosa de Usted en Mongolia. Yo un dia futuro quiero viajar en tren Transiberiano a Mongolia, con cambio traslado de estacion tren en Moscu y Ulan Ude en republica Buryatia. Muchas gentes mongoles hablan ruso.

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