La semana pasada os hablaba de un país que se nos presenta como una gran introducción al continente negro por sus conexiones de vuelos, sus infraestructuras y por disponer de muchos elementos que probablemente os animen a querer seguir explorando África. Ese país era Senegal.
¡No dejéis de leer el post anterior para poneros al día aquí si no lo habéis hecho ya! Y continuamos con este gran estado de impresionante cultura musical y sorpresas tanto para turistas como para viajeros. Vamos allá.
He tenido la fortuna de visitar Senegal en varias ocasiones. Ya fuera como destino para visitar o como escala hacia otros países de la región. Incluso en las escalas, me he quedado al menos un par de días para seguir descubriendo rincones, sacar visados o, simplemente, para disfrutar de un poco de modernidad en un continente que a veces es muy duro. Sea como sea, siempre una visita agradable y llena de cosas nuevas.
Para empezar, vayamos a la gran cultura musical que os comentaba. Como a mí me gusta aprender de todo y la curiosidad me llamaba a sumergirme en los sonidos más ancestrales, en uno de mis viajes a Senegal no pude evitar buscarme un profesor de ritmos africanos para aprender a tocar el yembe (djembe). Yo siempre innovando. Este tambor es un instrumento bastante extendido en África Occidental y quizá uno de los más conocidos en todo el mundo procedente de esta región.
Fue una experiencia genial, para qué os miento. No sé si os lo he dicho alguna vez pero yo para dibujar soy un poco inútil. Si me pedís que dibuje un perro o un caballo, van a parecer lo mismo. Si, si. Más bien, yo dibujo “perrallos” o “caberros”. A un cerdo le pongo el “twist” de limón en el trasero y listos y al elefante unas orejotas y su trompa pero en un 90%, sigue siendo el mismo “perrallo”. No obstante, en la música, sin ser un virtuoso ni de lejos, me manejo algo mejor.
Tocar bien el yembe no es tan fácil porque requiere su tiempo pero es muy divertido. El profesor me miraba al principio con cara de “¿pero porqué no es capaz este pálido de enlazar 30 golpes seguidos?”. ¡Pues carajos! ¡Porque son 30! Ponme sólo dos, ya verás como bordo. Bromas aparte, poco a poco vas cogiéndole el tranquillo al asunto y es cada vez más entretenido. Ya te ves de noche alrededor de una hoguera dándolo todo al ritmo de danzas tribales.
El mérito se lo doy al profesor y al lugar tan entrañable y auténtico en el que mis sonidos hacían las delicias de hormigas y plantas varias. No dejéis de ir a aprender aunque sea por pasar un buen rato. Lo recordaréis y, quien sabe, lo mismo descubrís al artista que todos llevamos dentro.
Dejemos la música, gran luz de África, para hacer una incursión necesaria en una de las visiones que no os gustarán tanto: la esclavitud. Sí, amigos, la lacra execrable de la esclavitud. En muchas ciudades costeras del continente y en casi toda su geografía, se pueden encontrar lugares desde los que partían los esclavos hacia el nuevo mundo para trabajar sin descanso, un día tras otro y, en muchos casos, hasta su muerte.
No voy a entrar aquí en mis teorías sobre el ser humano y su historia pero sí os voy a decir que el tráfico de esclavos me parece una de las etapas y uno de los comportamientos históricos más deleznables de nuestra especie.
Desafortunadamente, y por mero interés en la trayectoria humana, he tenido la oportunidad de ver numerosos lugares que servían de puertas de “adiós” de muchos hombres y mujeres que nunca más volvieron a ver a sus familias y a pisar sus hogares.
Si veis los lugares se os cae el alma a los pies. El hacinamiento, la inhumanidad, el desprecio, el abuso… Y que hubiese gente y estados que lo defendían, lo disfrutaban y lo explotaban… En fin, a veces pienso que no sé cómo nos pueden seguir sonriendo a los occidentales. Realmente demuestra verdadero corazón y deseo firme de encontrar su lugar en este mundo.
Un ejemplo de estos emplazamientos se encuentra en la Isla de Gorée, frente a las costas de Dakar. Allí está, pequeña y soleada, con su famosa puerta por la que se arruinaron tantas vidas por enriquecer otras. En la Maison des Esclaves (Casa de los Esclavos) os podéis estremecer y entender mejor lo que supuso esta época negra.
Pero cambiemos de registro para no entristecernos (sin olvidar, por supuesto) y aprovechemos la visita a esta isla que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que es una gran excursión de un día desde la capital. Pasear por sus coloridas calles llenas de buganvillas, arquitectura colonial, fortificaciones y puestos de artesanía es una delicia. Para rematar, un buen pescado a la brasa y una buena cerveza y a disfrutar. ¿Es turístico? Si pero hay que ir. Que no me entere yo de que vais a Senegal y no pasáis por la isla de Gorée.
Yéndonos más lejos, os cuento que en uno de mis viajes me desplacé a la región de Casamance, al sur de Gambia y en la frontera con Guinea-Bissau. Es una de las regiones más bonitas de Senegal con sus frondosos paisajes tropicales y algunas de las mejores playas del país en la zona de Cape Skiring. Su ciudad más importante, Ziguinchor, apacible y agradable, sirve de puerta a muchas aventuras en sus aguas y aldeas que quedarán grabadas en vuestra memorias.
Y Senegal sigue siendo mucho más. Ciudades coloniales como Saint-Louis (primer asentamiento francés en África Occidental), tribus, fauna y la posibilidad de seguir explorando con facilidad otros países de esta colorida región africana. Pero eso, mis queridos lectores, ya será en otro momento.
¡Hasta la semana que viene!
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