TRAVELZUNGU » Tuvalu http://www.travelzungu.com The Travel Blog Wed, 06 May 2020 13:51:34 +0000 es-ES hourly 1 TUVALU: Por Siempre en Mi Corazón II http://www.travelzungu.com/es/tuvalu-por-siempre-en-mi-corazon-ii/ http://www.travelzungu.com/es/tuvalu-por-siempre-en-mi-corazon-ii/#comments Mon, 20 Jul 2015 07:33:26 +0000 http://www.travelzungu.com/?p=1064 La semana pasada empezábamos un tremendo viaje a Tuvalu. Hoy lo terminamos con muchas anécdotas y curiosidades que harán que no se me olviden jamás estas islas. Espero que a vosotros tampoco. Si Cont →

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La semana pasada empezábamos un tremendo viaje a Tuvalu. Hoy lo terminamos con muchas anécdotas y curiosidades que harán que no se me olviden jamás estas islas. Espero que a vosotros tampoco. Si no leíste la primera parte, haz click aquí.

Continuamos…

Tuvalu tiene una de las economías más precarias del mundo pero ¿sabíais que una de las principales fuentes de ingresos de la misma proviene de la explotación de la extensión de dominios .TV? Si veis una página web que termine en .TV, no quiere decir televisión sino Tuvalu.

Tuvalu

Como decía el lunes pasado, Tuvalu está desapareciendo como consecuencia del cambio climático y su punto más alto no llega a los cinco metros. Tarde o temprano tendrán que encontrar un lugar en el que preservar su población y su cultura. Suerte, amigos.

Entre que se hundía y no se hundía, yo pasaba mis días de un lado para otro. Hablando con la población local, tomándome una cerveza mientras disfrutaba de unos amaneceres impresionantes, sentándome frente al mar por las mañanas luciendo mi pareo (tengo casi más pareos que pantalones y allí no dejé de comprar uno al día siguiente de llegar) porque para las islas no hay nada mejor, cómodo y barato.

Tuvalu

Estaba como en mi particular paraíso. Integrado. Sintiéndome vivo.

Recorrí toda la isla, cada rincón. Hasta me paré a comprar sellos sin saber que eran muy cotizados. Claro, como para conseguirlos.

Conocí a un pescador con su barquito y llegué a un acuerdo con él para que me llevara por todo el atolón. Le propuse al señor que había ido a trabajar en la planta eléctrica irnos de excursión con el pescador. El pobre señor es que estaba aburrido como una ostra. Era americano, mormón y muy agradable.

Tuvalu

Así que nos pusimos en marcha. Parecíamos una pareja de cómicos de gira por Teruel. Yo con mi camisa de “señorona” y él nada menos que con calcetines altos y un gorro que parecía una pamela. Menos mal que no había turistas u otra gente porque uno tiene una reputación… y hay que mantenerla.

Nuestra primera parada fue en Funafala. Un islote al final del atolón al que los americanos, ante un inminente ataque aéreo de los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, llevaron a la población para mantenerla a salvo. Sólo se quedaron una pocas familias (la población era de 10-15 personas) y allí siguen pasando sus días en la más profunda tranquilidad. Algunas gallinas, un cerdo, muchos cocos y un entorno que parecía sacado de la serie “Perdidos”.

Tuvalu

No suelen recibir visitas así que nos recibieron con gran hospitalidad. Especialmente la que parecía la matriarca. Maja, maja. Nos dieron pez loro ahumado para comer y nos bañamos en una playa de ensueño de verdad.

A medida que íbamos recorriendo el atolón , se podían ver las islas típicas de los chistes. Súper pequeñas (se les da la vuelta en 30 segundos o menos), redondas y con una palmera en medio. Sólo faltaba el barbudo de pantalón corto con picos sentado con cara de abducido. Si se me llego a quedar, ése habría sido yo…

Tuvalu

Aprovechaba para tirarme al agua de vez en cuando paraa hacer snorkel. Coral, tiburones, encontré a Nemo… Mientras, mi nuevo amigo me hacía alguna que otra foto escondido bajo su pamela y protegido por sus calcetines. ¡¡La foto se la tenía que haber hecho yo a él!!

Un buen día, de buena mañana, me propuse volver a Funafala. Quería pasar más tiempo con sus gentes. Si Fongafale es pequeño, Funafala es un islote diminuto. Cuatro chozas, mucha vegetación y agua por todos lados.

Tuvalu

Tuvalu

¡¡Cuando llegué me hicieron la ola!! No les había visitado la misma persona dos veces desde que, probablemente, algún Primer Ministro tuvo que bajarse en dos ocasiones distintas a echarse un pis de emergencia.

A la amable señora que parecía tener todo controlado por allí le llevé un paquete de cigarrillos que había comprado en Vaiaku. Todos estaban muy sorprendidos y hasta emocionados de volverme a ver. Era todo un evento. Me senté con su familia a la sombra y hablamos de la vida, de los sueños, de las costumbres…

Antes de irme, la señora me regalo una corona de flores que había hecho mientras charlábamos. Con visible alegría me la colocó en la cabeza y me dijo: “Que tengas buen viaje allá a donde vayas, querido amigo”. Jo, casi me echo a llorar. Me tocó la patata.

Tuvalu

Mi barquito zarpó y nos dijimos adiós con la mano hasta que nos perdimos de vista en el horizonte. Adiós, amiga. Te llevo siempre en la memoria.

Los días se me agotaron y era hora de volver a Fiyi. Ni me acordaba de que, en algún momento, había perdido mi maleta. Pero allí estaba en un almacén del aeropuerto. Me agaché, la miré con cariño y le di dos golpecitos en la parte trasera como si de un amigo se tratase y le dije: “Lo que te has perdido, compañera, lo que te has perdido…”.

¡¡Hasta la semana que viene!! ¿A dónde viajaremos?

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A los amantes de las islas, los atolones y los lugares very remotos, hoy les traigo uno de los destinos más emblemáticos (para mí) de mis largas temporadas en el Pacífico Sur: TUVALU. Un país que va a desaparecer debido al calentamiento global y la consecuente subida del nivel del mar.

Tuvalu

A través de este blog hemos viajado juntos por Fakarava en la Polinesia Francesa, por Vanuatu, por las Islas Salomón y por la Isla de Pascua. Sin entrar en comparaciones porque son todos lugares fantásticos, Tuvalu tuvo para mí un significado muy especial. Quizá porque fue el primer país de Oceanía que idealicé aunque no de los primeros a los que fui. Empecé a leer y a aprender sobre él. Quería conocer a sus gentes, compartir sus costumbres… Y no paré hasta que planté allí mi trasero.

Tuvalu

Llevaba varios meses dando saltos de isla en isla por el Pacífico hasta que llegué a Fiyi. Aunque disfruté mucho en Fiyi y volví en no pocas ocasiones, mi objetivo no era ir allí. Era coger un avión a Tuvalu. Sólo había un vuelo a la semana en aquel momento y era de las pocas opciones, sino la única, que había para llegar a tan ansiado país.

Y en el avión empezó la aventura…

A los 20 minutos de haber despegado, el comandante del avión de Air Pacific hizo un comunicado a los pasajeros (en inglés) y se dio la siguiente situación:

Comandante del avión: “Señores pasajeros: debido a la carencia de combustible en el país de destino, nos hemos visto obligados a dejar en Fiyi la mitad del equipaje facturado. Les rogamos se pongan en contacto con el personal de tierra en el aeropuerto de llegada en caso de verse afectados. Lamentamos los inconvenientes causados. Recuerden que les ofrecemos el servicio de venta a bordo y bla, bla, bla…”.

Yo a mi vecino de asiento: “¿¿Será mi maleta?? ¡¡Que ahí llevo todoooo!!”.

Mi vecino: “¿¿O la mía?? ¡¡¡Con todos los regalos de la familia!!!”.

El vecino de delante: “¡¡Quiero la hoja de reclamacioneeeees!!”.

Todos los pasajeros a la vez: “¿¿¿La mía la han metidoooo??? ¡¡Oiga, aeromozaaaa!! ¿¿Sabe si la mía vieneeeeeee?? La ansiedad se apoderó del avión y especialmente de la azafata que no daba abasto con tanta pregunta.

El despistado de turno: “¿¿Venden maquetas del avión en ese servicio de venta a bordoooooo??”. Sí, y Eau du Pacifique, que la vamos a necesitar.

Tuvalu

Lógicamente, en un vuelo Barcelona-París no pasaría nada porque en el siguiente vuelo te la mandan y listo. Pero en la ruta Suva-Funafuti podría llegarte la semana siguiente… o no…

Tras cuatro horas de resignación generalizada, aterrizamos. Todos esperábamos ansiosos la salida del equipaje estirando el cuello a ver qué alcanzábamos a divisar. Salían, salían y… dejaron de salir. Murphy vino a verme y me dijo que me olvidara de la mía. Empezábamos bien…

No era el único. Dos mormones con pareo negro, un señor que iba a trabajar en la planta eléctrica, algunos locales y yo nos fuimos al “mostrador” del aeropuerto. Tomaron nuestro nombre, las especificaciones de las maletas, nos dieron 50 dólares australianos (unos 30 € en aquel momento) a cada uno y así nos despacharon. No sin antes decirnos: “No se preocupen, en el próximo vuelo trataremos de traerlas”. A lo que yo respondí: “¡¡Pero si en ese avión vuelvo yo!! El caso es que la maleta no estaba y no me iba a poder poner mis más coquetas prendas de temporada. Tocaba buscarse la vida.

Tuvalu

TuvaluTuvalu

 

El señor que iba por trabajo y yo nos dispusimos a buscar LA tienda de enseres que había en LA calle. Una tienda de chinos… ¿Cómo no? Compramos pasta de dientes, cepillo, etc. y el único desodorante que había que, además, tenía un olor muy particular: helado de naranja.

Tuvalu

Después a comprar ropa. Fuimos a LA tienda de ropa en LA misma calle (porque no había otra a la que se le pudiera llamar así) y elegimos entre una gran variedad de tallas (grande o pequeña) y colores (naranja , azul o blanco). Un bañador, una camiseta, una camisa y a correr.

No os penséis que pagamos todos con la “fortuna” que nos dieron. Tuvimos que rascarnos el bolsillo (del único pantalón que teníamos).

Tuvalu

Lo mejor de todo era cuando te cruzabas por LA calle (allí te encuentras con todo el mundo cada cinco minutos) con otros afectados por el asunto de las maletas: “¡snif, snif! Hummm, helado de naranja… camisa azul… Tu eres del vuelo de Air Pacific, ¿no?”. Íbamos todos uniformados. Pero bueno, cuando menos, divertido y mucho sentido de pertenencia a un exclusivo grupo que es muy importante para el ser humano.

Yo compré la camisa naranja floreada. Cuando llegué a España meses después me la puse un día todo orgulloso y cuando pasé por la casa de mi madre me dijo: “Hijo, pareces una señorona…”. Mamá, por favor, si iba como un pincel… de Tuvalu… pero pincel…

Tuvalu

Tuvalu es un país muy pequeño que consta de cinco atolones y cuatro islas. Uno de los atolones, Funafuti, es la capital. De los islotes que lo conforman, Fongafale es el principal y, dentro de este, se encuentra Vaiaku, la población más importante del país (con poco más de 500 habitantes). La nación tiene un total de 11.000 y una extensión de unos 25,5 km2. Uno de los más pequeños y menos poblados del mundo.

Para que os ubiquéis, se encuentra entre Samoa y Nauru. Ubicados, ¿no? Bueeeeeno, también entre Nueva Zelanda y Hawai.

Tuvalu

Os decía que había sólo una calle principal y así es. No obstante, la pista de aterrizaje se utiliza para todo tipo de actividades. Desde lugar de práctica deportiva a eventos varios y para dormir por la noche porque hace fresquito. Total, sólo llegaba un avión a la semana y la pista ocupa buena parte de la zona habitable del islote.

La calle se extiende de una punta a la otra de Fongafale. Bueno, en la parte norte, esto no es del todo cierto. Como no tienen forma de deshacerse del plástico (gran problema), allí hay un vertedero con todo tipo de objetos principalmente de este material. Vas con tu motico y, de repente, una montaña de trastos en medio y ya no puedes seguir. Así que tremendo “frenasssso”.

Tuvalu

El scooter se lo alquilé al manitas de Vaiaku por 10 dólares al día. Antes de llevármela le pregunté: “¿Te pago ahora?”. A lo que me respondió: “Tranquilo, cuando me la devuelvas”. Y se lo agradecí: “Gracias por la confianza”. Y no tardó en decir: “Qué confianza ni que leches… ¿A caso crees que te puedes esconder aquí?”. Pues no le faltaba razón, no.

Tuvalu

Un día me paré a descansar en una zona sombreada por unas ramas. De vez en cuando aparecía alguien con su camisa floreada en un scooter, derrapando, y aparcaba allí. Me fijé bien en el lugar y vi unos cartelitos colgando de las ramas. Uno decía “Primer Ministro”, otro “Ministro de Finanzas”, etc… Es tan pequeño el sitio que te topas con el Primer Ministro sin buscarle y yo había aparcado mi moto en su lugar… ¿Ves, madre, cómo iba como un pincel para la ocasión? Eran encuentros de estado… Allí codeándome con las altas esferas…

Tan, tan pequeño que está todo concentrado. Este lugar estaba a 15 metros de donde yo dormía, a 40 del aeropuerto, a dos de la laguna por un lado y a 80 de mar abierto por el otro…

Y queridos lectores, eso es todo por hoy pero la semana que viene prometo contaros mucho más de este maravilloso lugar.

¡Hasta entonces!

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