A todos nos vienen varios países a la cabeza cuando pensamos en un viaje a África y estoy convencido de que Liberia no es uno de ellos. Pero ahí está y hoy os lo voy a presentar. ¡Volvemos a África!
Nos alejamos de la seductora ciudad de Sídney de la semana pasada y nos adentramos en África Occidental. En un pequeño país bañado por las aguas del Océano Atlántico que tiene fronteras con Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil. Allí se encuentra Liberia, en silencio con la resaca de casi dos décadas de guerra y un poco en el olvido.
En cualquier caso, es una nación de impresionantes playas y densas selvas que algún día serán disfrutadas por viajeros con ganas de aventura. Todo llega.
Una amiga viajera y yo llegamos procedentes de Casablanca. Recuerdo las conversaciones con otros viajeros en el aeropuerto. Estaba aquel piloto que iba a Benin a hacer fotos aéreas o el francés que iba a visitar a su hermano que estaba casado con una mujer de Burkina Faso y que vivía en la frontera con Costa de Marfil… Mil historias, mil viajes, mil viajeros…
Tras un apacible vuelo, llegamos a Monrovia, la capital. Qué nombre más bonito, ¿no? Monrovia… No sé, se me llena la boca de romanticismo con la palabra. Monrovia…
Pero romanticismo poco, para qué engañarnos. La ciudad no es precisamente la más bonita (y está en parte destruida todavía) pero, como todas, tiene su encanto si sabes donde buscar. Sí tiene mucha actividad, mucha gente en las calles y mercados, tuk-tuks por todos lados, buenos restaurantes y no menos movidos bares.
Un día nos quisimos dar un homenaje tras tanto viaje comiendo cualquier cosa y fuimos al Barrakuda Sushi Bar en el hotel Mamba Point. ¡De los mejore sushis que he comido jamás! Corrían los tiempos del brote de Ébola que mató a tanta gente no hace tanto tiempo y, al entrar en el restaurante, te medían la temperatura y te daban o no acceso. Así son las cosas a veces.
El hotel al que llegamos en Monrovia era, cuanto menos, particular. Altos techos, largos pasillos… y mucho, mucho ruido. ¡Era como tener la cama en el mismo mercado! Pero tenía agua caliente, oye, que no es poco. Y hablando de mercados, el Watermarket es de esos en los que te puedes perder buscando todo tipo de cosas. Gigante y lleno de color. Me encantan los mercados africanos, ¿a vosotros no?
A mí se me ocurrió encenderme un cigarrito en la calle y ¡casi me linchan! Al parecer está prohibido. Casi se lía parda con todo el mundo allí gritándome. Lo apagué, claro. Además, con lo caro que es todo allí, lo mismo me plantifican una multa desorbitada y me arruinan el viaje.
La gente es, a priori y según mi experiencia, más reservada que en otros países de la región pero una vez les conoces, se abren y son muy simpáticos. Eso sí, cuando hablan en inglés, que es el idioma oficial del país, es todo un reto entenderles. Dicen la primera palabra, un montón de cosas ininteligibles y una última palabra. Vamos, que lo del medio te lo tienes que imaginar.
Un punto emblemático de la ciudad es, sin duda, la Isla de Providencia que es el lugar al que llegaron en el siglo XIX los esclavos liberados de Estados Unidos y crearon este país.
¡Pero no todo es Monrovia en Liberia! No se puede decir que sea un país muy seguro pero se puede salir de la ciudad. En general, hoy en día los parques nacionales no están operativos y, si lo están, son de difícil acceso. No hay una infraestructura como tal para visitantes por lo que se complican bastante las cosas a nivel logístico y económico.
Una pena pero no os desaniméis porque también hay playas como Silver Beach que es una maravilla o pueblitos como Buchanan con restaurantes familiares donde comer cocina local básica cerca del mar.
Y no faltan también los vestigios impresionantes de la guerra como el Hotel África que sigue allí como un fantasma de tiempos de lujo y alegría.
Ahí os lo dejo. Sirva el presente, por lo menos, para que conozcáis un poco este país olvidado. Lo mismo otro día os cuento más cosas.
¡Hasta la semana que viene!
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La capital Monrovia es en honor al presidente de USA Monroe.
Saludos desde Nairobi, Kenya.
Un abrazo.
Leon Hochman.
Gracias por el dato! Un abrazo fuerte!