Siempre me fascinó Zimbabue (Zimbabwe) y cuando lo visité, me fascinó aún más. Un país con solera, una historia tremenda e infinidad de cosas para ver y experimentar. Sin duda, uno de mis preferidos del Sur de África.
Pues venga, dejamos Georgia y nos volvemos a adentrar África, el continente “maldito”. On y va!!
Este país, que en la época colonial se llamaba Rodesia del Sur, no tiene costa y limita al Norte con Zambia, al Oeste con Botsuana, al Sur con Sudáfrica y al Este con Mozambique. Y allí, todo rodeado, ofrece de todo.
Yo llegué desde Malaui y los primeros días los pasé en la capital, Harare. No podría decir que es una ciudad espectacular, aunque me gustó más que otras y tiene su aquel. Sus mercados tradicionales (y otros bastante modernos), sus amplias avenidas, restaurantes de comida rápida, algún que otro parque y no pocos edificios actuales. En cualquier caso, nada especial a resaltar excepto el lugar en el que me hospedé.
Era un hostal al que parecían llegar viajeros varios y alguna que otra persona de negocios de bajo presupuesto. Al mismo tiempo, era lugar de encuentro de gente local para jugar al billar y tomar unas cervezas en un ambiente relajado. Como persona sociable que soy, hice varios amigos y de todos los colores para darme cuenta, al poco de estar allí, de las rencillas raciales existentes. Es increíble. Como en muchas partes de Sudáfrica (y otros países), se puede palpar en muchas ocasiones el odio entre negros y blancos.
Tuve ocasión de conocer también a personas pertenecientes a la minoría blanca que habían sido afectadas por la confiscación, por parte del gobierno, de sus tierras a principios de este siglo. Para hacer el cuento corto, os diré que muchas de estas personas fueron contratadas después en Zambia para cultivar allí lo que previamente cultivaban en sus tierras y ahora estos productos se exportan a Zimbabue (según decían porque las tierras que se quedó el gobierno no están produciendo, al menos, como antes lo hacían). Paradojas de la vida producidas por los conflictos raciales que suscitaron las colonias. Y no me extraña que ocurran, la verdad.
Por aquel entonces, y de forma paralela (¿Casualidad? No) se produjo un efecto sobre la economía sin precedentes en África: la hiperinflación, que no es más que una inflación brutal (aumento rápido de precios al tiempo que se devalúa la moneda). Fue tan descontrolada y de tal magnitud, que el gobierno entró en el círculo vicioso de imprimir billetitos a “tutti-plen”. ¿El resultado? Aquí os lo dejo.
Después de la hiperinflación de Hungría en 1946, ésta ha sido la peor de la historia llegando a 79,6 billones por ciento. Sí, el número es correcto. No pongo todos los ceros porque se me iría el post de la manos. Tras estos devastadores acontecimientos, el país se cambió al dólar estadounidense como moneda principal aunque se utilizan otras también como el rand sudafricano. Para que os hagáis una idea, se llegaron a pagar 175 trillones de dólares de zimbabue por un McMenú (con coca-cola y patatas normales, ¿eh? No os vayáis a creer que…). Los habitantes del país se convirtieron en trillonarios pobres. Tal cual os lo cuento. Había días en los que, mientras la gente trataba de sacar dinero en el banco, el precio de los huevos se duplicaba.
En Harare hice buenas migas (sin roce, ¿eh?) con un comerciante de piedras con el que pude conocer de cerca el día a día de los locales de diversas clases sociales. Donde vivían, cómo se divertían, qué comían… Toda una experiencia vital en la capital. Al final, mi conclusión es siempre la misma: los seres humanos somos todos iguales vengamos de donde vengamos y seamos del color que seamos. Los mismos anhelos, los mismos miedos y pocos le dicen que no al jamón de bellota.
Pero salgámonos de la ciudad y de la economía y vayamos hacia el Sur para descubrir algo que no es tan fácil de encontrar en el África subsahariana: ruinas medievales. En concreto las de Gran Zimbabue (Casas de Piedra). De hecho, es este lugar el que da nombre al país y son las más grandes y antiguas de su tipo en esta parte de África.
Son unas ruinas magníficas (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) cerca de Masvingo que dejó el Imperio Monomotapa que se extendía también a partes de lo que hoy conocemos como Botsuana, Mozambique y Sudáfrica. Su construcción data del período comprendido entre los siglos XI y XV y se trata de una serie de edificaciones y murallas de piedra que remarcan el poderío del imperio en su tiempo. Es una delicia caminar por sus recovecos, subir a sus colinas y constatar la robustez de su construcción.
Se cree que allá por el siglo XV, al tiempo que Juana la Loca le hacía ojitos al flequillo cortina de Felipe el Hermoso, en Gran Zimbabue comenzaron a escasear los recursos e hicieron las maletas, aunque decidieron no llevarse las piedras porque ocupaban mucho en las mochilas. Cuando llegaron los portugueses en el siglo XVI a comprar unas campurrianas para el camino se encontraron con aquello vacío y hasta hoy. Por más que gritaban que venían cargados de “escudush”, los tenderos no les atendían y claro, ante tan lento servicio, tampoco se quedaron mucho.
Recuerdo que volviendo de las ruinas, el simpático zimbabuense que me llevó y yo nos paramos en no sé que pueblo perdido a comer en un lugar de comida rápida y me convertí en toda una atracción. Los niños me señalaban con curiosidad hasta que vieron que tenía las manos tan llenas de grasas como ellos y que me comía el pollo como si no hubiera un mañana y nos echamos todos unas risas. Me encanta África y compartir con sus habitantes. Son gente maravillosa.
Llegado este punto, algunos os estaréis preguntando: ¿Y la vida salvaje y los safaris? o ¿Y las Cataratas Victoria no están en Zimbabue? A la primera pregunta, os puedo decir que hay mucha y que es de los pocos lugares de África en el que puedes hacer un safari A PIE en busca de rinocerontes, por ejemplo. Acojona, ¿eh? A la segunda, os respondo que claro que sí, que estáis en lo cierto pero las cataratas merecen un post aparte y eso ya será otro día.
¡Hasta la semana que viene!
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Comparto totalmente tus comentarios de Zimbabwe!!
La gente es o era maravillosa, tuve la suerte de pasearme por todo el país a mi aire durante tres años seguidos y fue un lujazo.
Espero tu segunda parte.
Gracias por tu comentario M. Rosa. La segunda parte llegará! Un abrazo
Hola José Antonio:
Estuve en Zimbabwe en Abril del 2000, justo cuando estaban festejando los 20 años de su independencia, el presidente Robert Mugabe (si, ya en esa época era el presidente, y aun lo sigue siendo, incredible, no? así es Africa, a mi tambien me encanta ese continente.), comenzó a matar ingleses y a quitarles sus tierras, cuando llegué le dije a mi guía que yo no era inglés sino colombiano y le mostré mi pasporte, en esa época yo no estaba tan canoso sino rubio, pordria parecer de pronto in gentleman ingles, gracias a D-os no hubo problemas.
Visité igual que tú a Harare, ciudad muy limpia lo cual me impresionó, parecia Singapur por lo limpio, tambien fui a masvingo a conocer el Gran Zimbabwe.
Tengo tres billetes de países que sufrieron en algun momento superinflacion: Tengo el billete de los Cien Trillones de Dólares de Zimbabwe, tengo uno de Jugoslavia de 500.000.000.000 de Dinares y uno de Argentina de $1.000.000. Te estoy enviando por email la foto con los tres billetes.
Te envío in fuerte abrazo.
León Hochman.
Sí, a veces te puedes encontrar con situaciones extrañas en África. Genial colección de billetes que tienes! Un abrazo