El lunes pasado descubrimos algunas de las delicias culinarias de esta espectacular isla del Mar Mediterráneo y los “agriturismos”, esos fantásticos lugares donde degustarlas y ponerse hasta arriba. Hoy nos vamos a recrear más en lo visual, en calas y playas de ensueño que, como ya os dije, en ocasiones poco tienen que envidiar a aquellas del Mar Caribe.
Si queréis llenar la barriga antes de empezar o descubrir la vuelta a Cerdeña que os vengo contando, podéis hacerlo aquí. ¡Seguimos!
Nos habíamos quedado en Cala Gonone y sus alrededores. Pues bien, desde el puerto de esta localidad costera se puede acceder a unas calas y unas playas preciosas. Y tan preciosas son que, claro, mucha gente quiere ir. Allí hay muchos puestos (todos concentrados en la entrada del puerto) en el que podéis elegir la opción que más os convenga.
Desde coger el barco “genérico” que va llevando y trayendo gente haciendo paradas en calas y playas siguiendo horarios establecidos hasta disponer de vuestra propia embarcación privada para ir donde queráis cuando queráis. ¡Hay muchas opciones y muchos destinos!
Nosotros cogimos el “genérico” y fue genial especialmente porque era un día de no muy buena mar y no se podía ir a donde uno quisiera. A lo largo de la costa se encuentran lugares muy especiales como la cueva “Grotte del Bue Marino” con sus estalagmitas y estalactitas de colores brillantes, Cala Luna, Cala Mariolu o Cala Goloritze. Hay más, ¿eh?
Algunas calas tienen servicios básicos para comer y hacer actividades acuáticas. En general son bellísimas y ya sólo verlas desde la costa es un espectáculo.
Pero no os penséis que sólo se puede llegar desde el mar. Los hay que llegan a través de las montañas (que es posible). De repente estás tú con tu bañador echándote unas palas a tope con la rata del pecho tomando el aire y aparece un grupo de personas allí en medio que parece que bajan del Everest todo equipados. Unas risas.
En cualquier caso, no son caminatas muy difíciles y las hacen también personas que disfrutan de su tercera juventud. Así que, si os gusta caminar…
Por cierto, que no se me olvide. Si vais en los barcos “genéricos”, no os equivoquéis al coger el de vuelta porque vimos a varias personas abordando barcos que no volvían a Cala Gonone y se montaban unos follones del carajo. Si te descuidas, puedes terminar la jornada a 150 kilómetros del lugar del que saliste con sólo tu “mochilita de pasar el día”.
Visitada esta zona, volvimos a seguir rumbo al Norte por esta isla tan grande como montañosa. ¿Nuestro destino? Palau. ¿Por qué? Porque desde allí se puede embarcar para visitar el fantástico Archipiélago de La Magdalena (Arcipelago di La Maddalena), un parque nacional que alberga en sus aguas algunas de las mejores playas de toda Cerdeña. ¡Y eso es decir mucho!
Al norte de la isla y ya frente a las costas de Córcega, se encuentra este pequeño grupo de islas (siendo siete de ellas las principales) que harán las delicias de muchos y por sólidos motivos.
De nuevo, la oferta para visitarlas es grande. Barcos que hacen excursiones prefijadas, embarcaciones privadas para grupos o parejas… El puerto de Palau está repleto de chiringuitos que ofrecen diversas opciones a diferentes precios. Vayáis como vayáis, merecerá la pena porque el Archipiélago de La Magdalena es impresionante. A saber, aguas cristalinas, arenas de colores mágicos, piscinas naturales, un entorno de lo más sugerente… Para la mayoría, este archipiélago será uno de los puntos álgidos de su viaje a Cerdeña.
Allí se encuentra la famosa Playa Rosa (Spiaggia Rosa) que, como bien indica su nombre, es rosa (su arena). Actualmente no se puede bajar uno allí porque la “pipol” se dedicaba a llevarse arena y, de haber seguido haciéndolo, hoy no sería una playa. Eso sí, la puedes ver de cerca y sacarle todas las fotos que quieras.
A mí, personalmente, me encantó la playa de Cala Corsara en lsla Spargi. Es realmente una preciosidad. También hay excelentes playas en la isla de Santa María y, bueno, en general, en la mayoría de ellas.
Para rematar, uno puede ir a La Maddalena, la capital del archipiélago y en la isla del mismo nombre, para pasear por las coquetas calles de su casco histórico que están repletas de tienditas (y de turistas también, eso sí) y comerse un helado en condiciones. Un buen final para un día excelente.
Antes de terminar el artículo de hoy, me gustaría recalcar un suceso que no me gustó nada de nada y que no tiene que ver con la maravillosa Cerdeña sino con el comportamiento de algunos turistas.
Estando en una de las calas del archipiélago este del que os he hablado, fuimos testigos de una situación que nos puso de los nervios. Resulta que una niñita se encontró una estrella de mar entre unas rocas. La sacó para hacerse una foto con ella en la mano, luego con ella en el hombro… A todo esto llegó el hermano. Foto de los tres con la estrella en la cabeza… Pero llegó el abuelo y se hizo la foto con la estrella en el “entreteto” acompañado de la nieta, luego del nieto, luego los tres juntos… Y llegó la sobrina, a la que se le sumó el cuñado algo antes de que se acoplara la abuela pero no mucho después de que apareciera el tío por el flanco izquierdo y un nutrido contingente de primos por el derecho…
Durante 20 minutos fueron saliendo familiares de debajo de las rocas y de detrás de los arbustos. Se iban turnando en poses y configuración de grupos. ¿Y la estrella? Gritando, secándose y muriendo mientras la familia zapatilla se lo pasaba en grande.
Finalmente les echamos la bronca, cogimos la estrella para llevarla a su zona de rocas, la escondimos a conciencia y salimos de allí contrariados…
En fin, con la estrella y el “entreteto” del abuelo os dejo por hoy. ¡La semana que viene terminamos de dar la vuelta a Cerdeña! Y quedan lugares muy entrañables…
¡Hasta el lunes!
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