Hoy vamos a salir de Conakri, la capital de la República de Guinea, para conocer lugares y situaciones que han quedado grabadas en mi memoria viajera y que os pueden ser de utilidad si decidís viajar a este fantástico país.
Si no leísteis el post anterior donde os hacía una introducción a Guinea, lo podéis leer aquí. ¡Vámonos!
Así como os decía que Conakri es una ciudad fácil, el resto del país es algo más complejo. A saber: No hay vuelos comerciales internos (al menos no por el momento) y, en general, cuanto más al interior, peores las carreteras. En este post me centraré en sitios a los que podéis acceder sin grandes complicaciones.
Justo en frente de la capital, se puede disfrutar de una islas fantásticas, las Islas de Los. ¡¡Justo enfrente de Conakri!! Te coges tu barquito, te pones tu crema para el sol (bueno, yo no, la verdad. En plan salvaje a tope) y te plantificas allí para pasar el día. Una playa buena para tus chapuzones, zonas para explorar, piedrotas para sentarte y sacarte unas fotos con pose, chiringuito para comerte un buen pescado a la brasa o a la plancha con tu cervezota congelada… A tutti-plen. Me encantaron y están tan cerca que es todo un lujo.
Ya en dirección opuesta al mar y haciendo unos cuantos kilómetros, también te puedes pegar un chapuzón en las Cascadas de Soumba. Si no te quieres meter en el agua, siempre puedes pegarte una ducha natural. El paisaje es genial y de muy fácil acceso. Lo cierto es que a nosotros no nos hizo mucha falta la ducha porque cuando salimos aquel día nos cayó el diluvio universal. Lo típico…
Otro día intentamos dar un paseo por un río precioso en canoa por el que puedes ver manglares y selva pero cuando llegamos a un pequeño puerto pesquero del interior desde el que podíamos salir, nos dimos cuenta de que no todos los guineanos eran tan amables. Esto ocurrió cuando el ébola era todavía una amenaza y no habían visto por allí un extranjero (que no llevase un traje de astronauta en plan Dustin Hoffman en Estallido (Outbreak)) por lo que, el jefecillo del asunto intentó aprovechar la oportunidad. Tras ciertos regateos y mala actitud, el precio que propuso por dar un paseo de una hora por el río (que empezaba a ser menos precioso) era más aquel de un crucero por el Caribe con todo incluido así que le dijimos que nos esperara sentado, que ya volveríamos. Y muy dignos, nos fuimos.
Pasamos ese mismo día por un pueblo en el que entramos en un bar muy chulo a tomar una cerveza y descansar un rato. Había zona interior (vacía) y una terracita exterior (llena de locales apiñados). Lo curioso es que no nos dejaron sentarnos con ellos y terminamos dentro (que era súper bonito) pero si nos hicimos la pregunta de: “¿¿Qué pasa hoy en Guinea??” ¡Con lo simpáticos que habían sido hasta ahora! En fin, en vez de una cerveza nos tomamos dos y no quise entrar en discusiones sino descansar. Lo mismo estaban allí haciendo la asamblea del pueblo y les interrumpimos.
Otro lugar curioso que conocimos en distinta ocasión fue Le Chien qui Fume (El Perro que Fuma) que es una montaña con forma de perro (aunque yo no veía el perro por ningún lado, para que digo que sí si no…). Lo curioso es que cuando bajan las nubes, parece que el “perro” se está fumando un trujas. Yo miré… no vi el perro, esperé a que bajaran las nubes… pero no bajaron, puse cara de circunstancia y… me fumé yo el pitiflús.
En Guinea hay muchos más lugares para conocer como Fouta Djalon. Una zona excelente para el trekking o Mount Nimba (aunque hoy en día yo creo que es más fácil llegar desde Costa de Marfil). Aunque disfrutamos de más lugares, algunas zonas estaban totalmente limitadas por el brote de ébola. Un brote que no nos afectó a nivel físico pero sí nos causó algunos inconvenientes. Aparte de tener lugares vetados, al llegar al país nos hicieron un control exhaustivo tanto de equipaje como de pasaporte, temperatura corporal, etc. Una pena las miles de personas que perdieron la vida esos años. DEP.
¿Y al salir? Pues también tuvo lo suyo. Yo aterricé en Casablanca y allí, a los pasajeros que aterrizábamos de Conakri, nos hicieron pasar por largos pasillos que terminaban en zonas apartadas donde nos esperaban otros astronautas para examinarnos. No me pareció mal pero sí te da la sensación de estar marginado y a merced de lo que diga Dustin Hoffman. Afortunadamente, todo salió bien.
Y ahora sí, nos despedimos de Guinea, al menos, por una buena temporada.
¡¡Hasta la semana que viene!!
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Cada semana, me sorprendes¡¡¡
que gusto empezar con tu articulo.
Un beso
Un gusto ver que te paseas por aquí cada lunes! Besos