Esta semana vamos a seguir descubriendo las Islas Azores porque todavía hay mucho que contar. Unas islas que nos regalan lagos y bosques con el azul profundo oceánico de telón de fondo. Para que entréis en calor, aquí podéis leer el post anterior si no lo habéis hecho ya. Seguimos pues.
Mi amiga y yo estábamos ansiosos por salir a conocer todos los maravillosos rincones que la isla de Sao Miguel prometía y así fue.
El plan es muy sencillo. Te alquilas un coche y vas siguiendo la ruta alrededor y por el interior. De hecho, encontramos a algunas familias y parejas haciendo lo mismo y es que es de lo más divertido ¡y se respira un aire de lo más puro!
Las infraestructuras son bastante buenas y solo conducir por allí es un placer salpicado de hortensias azules. Y como allí todos literalmente tiran el coche en cualquier lado, nada de parking ni esperas. Te bajas y sigues disfrutando.
El entorno es muy rural y ciertamente tradicional y las gentes, súper serviciales y cercanas. Da gusto, de verdad.
Como ya comenté el lunes pasado, el paisaje se asemeja más al del Señor de los Anillos que a otra cosa. Colinas forradas de un verde intenso con lagos aquí y allá, cráteres que nos revelan el origen volcánico de tan hermoso lugar y, allá donde mires, el mar.
Hay miradores por toda la isla que harán las delicias de los aficionados a la fotografía. Las vistas son brutales. Podría destacar Sete Cidades, Lagoa do Fogo, Caldeira Velha y, como no, Furnas. Llevad baterías extra para las cámaras y suficiente espacio de almacenamiento, ¿eh?
En Sete Cidades, aparte del regalo visual de aguas y frondosos verdes, pudimos asistir a un evento inesperado. Cuando nos metimos en el pueblo a echarle un vistazo a la iglesia, pudimos escuchar a todos los feligreses cantando. Fue muy especial. Casi me vengo arriba y me pego a los cánticos pero no me sabía la letra.
Más allá, Lagoa do Fogo es, sencillamente, de ensueño. Por su lado, Caldeira Velha muy bonito con sus dos pozas: la caliente y la templada…
En Furnas, su lago, sus fumarolas, sus balnearios (nosotros nos dimos unos buenos baños en diferentes aguas ¡que fueron todo un lujo! Spa experience a tope). Era Navidad y todos los vecinos cantaban villancicos juntos por la noche rodeados de un belén “volcánico”. No faltaba el sacerdote que parecía haber salido de una película de los años 50.
Y hay más cosas por ahí escondidas como la Oficina Museo (en Capelas) en el que una familia se ha dedicado a coleccionar todo lo relacionado con Portugal y lo muestra en una casa gigante. Profesiones, tradiciones, cultura, etc. Muy cuco e interesante. Era genial, como retroceder en el tiempo.
También está el jardín botánico y su súper piscina (de aguas termales) de Terra Nostra… Nos encantó… El jardín es como de cuento de hadas. Y también nos encantó tomarnos una cerveza con la playa delante en Povoaçao en plan “jipiondo”.
¿Y qué debemos comer en el interior de la isla? Pues hay que comer dos cosas: 1. “Cozido”… que es un suculento plato de carnes que se cocina en agujeros hechos en el suelo aprovechando el intenso calor que emana del mismo y 2. el Restaurante AASM (la Asociación Agrícola de Sao Miguel).
En este último, entre vacas y maquinaria agrícola, se pueden comer unas carnes con unos vinos que se te caen las calandracas del gusto. Ojo, que a mí no me paga nadie por decir esto… ¡Que conste en acta! Pero es que se come de lujo allí y no os lo deberíais perder.
Y, por ahora, os dejo, no sin antes deciros que no todo fueron rosas en las Islas Azores. La semana que viene os voy a relatar un suceso que nos puso los pelos de punta pero bien. No os lo perdáis que tiene mucha miga…
Por cierto, aprovecho la ocasión para comentaros que el día 10 de mayo… ¡será la inauguración de la exposición de Proyecto Mzungu! en la que artistas profesionales y amateurs han puesto todo su talento al servicio de la causa. Aquí tenéis todos los detalles. ¡¡Ojalá podáis asistir!! y así nos conocemos en persona. Si necesitáis un poco de motivación, os adelanto que se rifará un viaje para dos personas…
¡Hasta la semana que viene!
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