Pocos conocen las Islas del Canal pero éstas esconden bondades que merecen la pena. Islas tranquilas, para pasear, con bellos paisajes, playas que no te esperas, impresionantes mareas y un acentuado carácter británico. Hoy nos vamos a la isla de Jersey, una de ellas y, para mí, una de las mas bonitas.
Así que dejamos otras islas, las de Nueva Caledonia que conocimos la semana pasada y nos vamos a Europa a una isla preciosa en la que, entre otras cosas, comí muy bien. ¡Vamos!
Reconozco que, el afán por conocer todos los rincones del planeta que pueda, me lleva a buscar horizontes por todos lados y nunca evito Europa aunque me gusten los lugares muy, muy remotos. Si hace muchos años me hubiesen preguntado el nombre de las Islas del Canal, lo mismo habría dicho: “¿Qué islas son esas?”. Pero hace un tiempo me interesé por ellas y, la verdad, me gustan.
Ya os hablé en una ocasión de Guernsey (también parte de este archipiélago) y os contaba que no pertenecía ni al Reino Unido ni a la Unión Europea. Pues bien, Jersey tampoco pertenece. La Bailía de Jersey (que así se llama oficialmente) es una dependencia de la Corona Británica en el Canal de la Mancha pero… como que van por libre… A lo mejor el tema fiscal tiene algo que ver…
Pero aquí nos interesan los destinos por lo que ofrecen así que comenzaremos por decir que hay granito por todos lados. Si. Granito por aquí, granito por allá… Mucho granito y paisajes. Sobre todo aquellos que dejan las mareas. Estas últimas son tan brutales que, en un ratín, donde no había playa, aparece un arenal que ya querrían muchos sitios. Y en las zonas rocosas dejan unas vistas que inspiran la imaginación. Realmente hermosas y hasta dramáticas.
Y no todo son paisajes, también encontramos vestigios de la Segunda Guerra Mundial como búnkeres alemanes. En otro lugares, ruinas de lo que antaño fueron emplazamientos de otras gentes.
Yo pasé unos días geniales con una amiga viajera de allí que hasta me cocinó un plato típico, el “Jersey Bean Crock” que viene a ser una especie de cocido/potaje con cerdo, alubias y un montón de cosas más que me pareció de lo más suculento. ¿Y los desayunos? Pues en Jersey se lo toman en serio y el “full breakfast” tipo inglés te pone las pilas hasta la noche si hace falta. ¡¡Qué rico!!
Pasamos un par de días en una granja, paseando, conociendo el entorno, escuchando discos de vinilo de Tracy Chapman y Otis Redding. Bonitos días en los que no faltaron una visita al Durrell Wildlife Park que viene a ser un zoo en el que ¡tienen hasta gorilas!
También tuve oportunidad de visitar la capital, Saint Helier. Ciudad de estilo inglés pero con más aire, más limpio, buenos coches, gente con clase, calles pintorescas, suelos empedrados de lujo… Se nota que hay dinerillo (o dinerote) por allí. Y aunque la mayoría de los nombres (por toda la isla) de calles y lugares están en francés, no escuché ni un mísero “bonjour”.
En esta ciudad, en la que el granito y el blanco son los colores más destacados, los pubs y los bares son de lo más cuco. ¡Dan ganas de tomarse una buena pinta! O unas cuantas. En definitiva, una ciudad agradable, apacible y elegante.
Y llegó el fin de mis días en Jersey así que me dirigí al puerto para coger mi ferry en dirección a Guernsey, esa otra isla que os mencionaba y que veréis, si habéis leído el post sobre la misma, que los parecidos son abundantes.
Aquello fue en un día martes y trece…. y aquí sigo…
¡Hasta el lunes que viene!
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