En el post anterior comenzamos a adentrarnos de lleno en la capital de Japón, Tokio. Hoy seguimos para que conozcáis los rincones y curiosidades de esta impresionante y brutal metrópoli que yo recomiendo a diestro y zurdo. Porque, como os dije, Japón es mucho Japón y Tokio mucho Tokio.
Si no leísteis el post anterior para entrar en calor o los dos posts que había escrito sobre mis experiencias en este país, lo podéis hacer aquí. ¡¡Seguimos!!
De vuelta a la ciudad, allí siempre hay cosas que te sorprenden o que son bien distintas a lo que estamos acostumbrados.
Algo curioso pero inconveniente para algunos es que ya no se puede fumar en la calle. Sencillamente está prohibido. Han habilitado algunos lugares cerca de algunas estaciones donde poder fumar en un entorno que más bien parece un centro de atención a indigentes y yonquis. Más allá de estos sitios, hay alguna jaula de vidrio para cinco o seis personas instaladas en algunos hoteles y establecimientos similares.
Más curioso aún es que, en muchos bares y restaurantes, ¡¡sí se puede fumar!! Vamos que, si consumes, fumas y, si no, para casa o al centro de yonquis. Da mucho que pensar cómo diferentes sociedades enfrentan los mismos problemas con soluciones tan opuestas…
Eso sí, ojo con ir a tomarte una cerveza pensando que con eso ahorras porque, en muchos sitios, una copa cuesta menos. De nuevo, ¡el mundo al revés! Todo esto sin olvidar que hay unos bares cojonudos en la ciudad.
Como siempre, el transporte público, aunque algo enmarañado para muchos, es muy eficiente. En cuanto le coges el tranquillo, es increíble. Metros, trenes… que te llevan de un lugar a otro de forma eficaz y rápida. Yo creo que es la mejor manera de moverse por la city. En concreto, el tren circular me parece una maravilla.
Pero si no queréis caminar, os vais a los dos miradores gratis del Ayuntamiento de Tokio (Tokyo Metropolitan Government Building) para ver desde muy arriba esta vibrante ciudad. ¡Y con espectaculares vistas! (Las mejores son las del edificio Sur diría yo. Son las de la foto siguiente).
Por supuesto, no podemos olvidarnos de lugares tan emblemáticos como el cruce diagonal de Shibuya. Nunca habéis visto a tanta gente cruzando una calle en tantas direcciones y a la vez. Yo, por supuesto, crucé varias veces ¡porque es una pasada! Parecía idiota pero me lo estaba pasando pipa.
Y no nos podemos olvidar tampoco, también en Shibuya, de la estatua de Hashiko, ese perro que se convirtió en todo un ejemplo de lealtad y fidelidad en la cultura japonesa. Esto se debió a que, tras la muerte inesperada de su dueño, Hashiko estuvo yendo cada día, durante nueve años, nueve meses y quince días (hasta su muerte), al lugar en el que debía encontrarse con su dueño (como solía hacer diariamente cuando ambos vivían). Jo, que triste… ¡¡Te queremos Hashiko!! Fotaca lorcera para recordarte.
Pero no todo son luces y cemento y mucho menos tristeza. Tokio también tiene reservados espacios verdes con jardines zen y parques, palacios, cucos puentes y templos que miran al presente vestidos de glorioso pasado…
Entre ellos, no pueden faltar el Palacio Imperial y sus alrededores…
O el distrito tradicional de Asakusa con su templo Senso-Ji que es como retroceder en el tiempo. También hay unos restaurantes de lo más cucos allí. Un lujo para la vista y para los sentidos.
Por cierto que, precisamente en un restaurante de Asakusa, vi (y usé) este baño. Genial, ¿no? ¡¡Realmente no hacía falta ir a Harvard para dar con una solución así para el ahorro de agua en los baños!! Ahí os lo dejo como idea…
Y por hoy, también os dejo que si no me lío, me lío… Pero teniendo siempre en mente que volvería una y otra vez a Tokio porque sus rincones son incontables, su vida excitante y las experiencias que allí se viven, siempre un placer para la memoria.
¡Hasta la semana que viene!
¿Te gusta lo que lees? ¡Difúndelo!
¿Quieres recibir los siguientes posts en tu correo?
¡Suscríbete a TravelZungu aquí!