¿Te sorprendería ver un templo tibetano inmenso en pleno Madrid o una Torre Eiffel en pleno desierto del Sahara? Pues sigue leyendo que esto no tiene desperdicio… Bienvenidos a Costa de Marfil (Côte d’Ivoire). Un país que sorprende con monumentos inverosímiles, playas, urbes, cultura y mucho más.
Dejamos las rocambolescas anécdotas de Japón de hace unos días para irnos a tomar… una refrescante cerveza Bok a África Occidental. ¡Vámonos!
Costa de Marfil es un país algo más desarrollado en múltiples aspectos que muchos de sus países vecinos como Burkina Faso, Liberia o Guinea. Tiene unas infraestructuras decentes en diversas zonas de su territorio y, como es desafortunadamente habitual en el continente, viene de sufrir conflictos bélicos y políticos de calado en los últimos tiempos. Hoy en día sigue habiendo muchas tensiones y la esclavitud de niños no es algo desconocido.
En cualquier caso, como yo me meto en todos los sitios, os voy a contar mi percepción, lo que vi y lo que me dejó recuerdos para toda la vida.
La ciudad más importante del país es Abiyán (Abidjan) que, aunque no es la capital hoy en día, es el centro económico del estado. No es una ciudad que particularmente tenga muchos atractivos pero da la sensación de eso, de ciudad. Edificios altos, calles congestionadas, un puerto importante, muchos restaurantes y, por supuesto, gente haciendo pis en cualquier lado.
A mí, nada más llegar a la city, más que pis me dio una diarrea de esas de “by the pata down” que duran un día pero… vaya día… Además, se nota, porque por mucho que intentes caminar de forma normal, te queda un deje ahí extraño que nadie sabe bien qué carajos te pasa o porqué pones esa cara cuando te hacen una foto. En fin…
No es un lugar en el que pasar mucho tiempo tras visitar su catedral, mercados, etc. pero no muy lejos de allí, hacia el Este, se encuentra Grand-Bassam. Esto ya es otra cosa. En el año 2012 la UNESCO incorporó esta antigua capital colonial en la lista de Patrimonio de la Humanidad.
Esta pequeña ciudad tiene una playa decente con algunos restaurantes-chiringuito a pie de arena, majestuosos edificios coloniales franceses (algunos en bastante mal estado pero están trabajando en ello) que datan del S.XIX y un ambiente que invita a la calma y al paseo.
En una parte de la ciudad, la mayoría de sus calles y plazas no tienen ni asfalto ni aceras (si es que hay alguna por algún otro lugar…), sólo arena. Es genial.
Recuerdo estar buscando durante dos horas un sitio en el que cenar porque, o no era la hora, o no era el día, o qué se yo. El caso es que dimos vueltas como peonzas hasta que terminamos en uno en el que, según te sentabas, se te plantificaba una nube de mosquitos en la cabeza. Por un lado era muy divertido estar allí cada uno con su propia y nutrida tropa revoloteando en el cogote (y por todos lados) pero, por otro, cuando se te ha terminado el “anti-moscos”, no mola mucho.
Empezamos a pedir una solución al problema y la chica que atendía vino despavorida y dijo: “¡Qué pasa! ¡Qué pasa!”. Yo respondí: “¿Por algún casual no tendréis algún tipo de repelente? Porque vamos a salir de aquí como un traje de bailaora flamenca“. Rápidamente, nuestra nueva amiga apuntó a la mesa.
Allí, entre un bote de ketchup de color sospechoso y otro de mostaza con la tapa petrificada, había un repelente de mosquitos de spray. Así da gusto… Y evidentemente no era la primera vez que se lo pedían… Cada mesa tenía uno y estaba todo el mundo rociándose hasta el trasero.
Tras bastante relax en Grand-Bassam, pusimos rumbo a Yamusukro (Yamoussoukro), la capital. Bueno, no parece una capital aunque se diseñó para serlo. El caso es que un antiguo presidente del país, Félix Houphouët-Boigny, había nacido allí y debió pensar: “Jo, Abiyán está a 250km y me queda muy lejos. Qué movida… ¿Cómo hago para poder estar cerca de los coleguitas de la aldea y de las lentejas con ñame de mi madre? Venga va, me construyo aquí la capital en medio de la nada y risas.”. Y dicho y hecho. Pero ojo, que no hay ni embajadas ni ministerios…
Eso sí, también se construyó una autopista que la une con Abiyán y no es cualquier autopista. Quitando Sudáfrica, es difícil encontrar algo así en todo el África subsahariana. Parece que estás en Europa y no estoy exagerando. Sólo cambian los nombres de las salidas. En vez de Niza o Génova, pues “Yaya-Tumba” o “Gamba-Chunga”. De resto, igualitico.
Aún así, a mí me da la “impre” de que se quedaron a la mitad. Hay edificios, sí, pero a cientos de metros o kilómetros unos de otros por avenidas amplísimas trazadas con tiralíneas y ¡¡no hay casi nada entre medias!! Es más, no puedes ir de un sitio a otro caminando a menos que quieras caminar pero de verdad. No obstante, tiene su aquel.
¿Y por qué motivo iría alguien hasta allí? Pues porque allí se encuentra nada menos que uno de los monumentos más inesperados, increíbles y majestuosos de África Occidental, la Basílica de Nuestra Señora de la Paz (Basilique Notre Dame de la Paix). En pocas palabras, es una “réplica” de, o se inspira en, la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Es una de las tres iglesias más grandes del mundo, está construida en mármol italiano (que no llegó caminando), tiene ascensores en sus columnas, vitrales franceses que ya querrían muchas catedrales, bancos con aire acondicionado y está en medio de la nada. Sólo tardaron algo más de tres años en construirla y faltan palabras para describir este templo religioso.
Ostentoso es poco, caro se queda corto, ¿necesario? Esta basílica costó 300 millones de dólares y es que este Félix era un espléndido. Supongo que no había otra cosa en la que gastar esos durillos. Que cada uno saque sus conclusiones. Hasta Juan Pablo II tuvo sus objeciones ante tal construcción.
Inicialmente iba a ser más alta que la Basílica de San Pedro pero a petición del Vaticano se construyó algo más baja. Luego le pusieron una súper cruz para recuperar los metros perdidos y listos.
Para que la veáis, aquí os dejo estos dos vídeos. Pena que el guarda me andaba persiguiendo por si sacaba la cámara para grabar dentro pero os dejo fotos también.
Y por hoy dejamos Costa de Marfil pero volveremos. La semana que viene tendréis la oportunidad de verme bailando, jeje. ¡No os lo perdáis!
Aprovecho que estamos en África para recordaros que Proyecto Mzungu va a despegar muy pronto y una nueva escuela será una realidad en la República Democrática del Congo. Si queréis participar de alguna manera, éste es un momento ideal. No dudéis en contactarme. ¡Todo suma! (si no leísteis el post del Proyecto, haced clik aquí).
¡¡Hasta el lunes que viene!!
Si no quieres esperar, tienes más posts míos de diferentes países del continente para leer mientras llega el próximo aquí.
¿Quieres recibir los siguientes posts en tu correo?
¡Suscríbete a TravelZungu y disfruta del mundo!
¡Me emosioné, brother! Gracias. Gozaría mucho visitando esta basílica, pero no creo que jamás agarre plata suficiente para ello, pues actualmente no tengo laburo.
Quedo a la espera del baile del próximo lunes: ¿será flamenco en Sevilla durante la Semana Santa, o bossa nova durante el carnaval de Río, o tal vez la danza del vientre durante vuestro peregrinaje a La Meca en Arabia Saudí?…
Vos sos inescrutable y nunca se sabe sobre dónde escribirás al próxima vez.
Un abrazo.
Isaac desde Mar del Plata.
Hola Isaac, ya tendrás oportunidad de ir algún día. Todo es proponérselo. Un abrazo!
Gracias por el consuelo, pero del baile de la próxima semana no decís nada, sos inescrutable, no sé si bailarás jota de Aragón, o música del Congo con tams tams, o la danza del esquimal en Groenlandia, o tal vez el kasachok con los rusos bebiendo vodka agarrado a una rusa muy linda. Haceme caso, José Antonio, y nos das una pista de la danza de la próxima semana, por favor. De acá al lunes 7 de febrero aún faltan 6 días, y la semana se hace larga. A mí me gustaría visualizaros bailando tango acá en la calle Florida de Buenos Aires, donde la gente baila por plata.
Hola Isaac, el baile de la semana que viene es en un lugar sobre el que ya has leído en este blog hace poco… y no diré más… Un abrazo!
¡Lo agarré, brother! Va a ser la danza del vientre ubicada en Yemen, país de donde escribiste hace poco, por la pista que vos decís. Ya tengo ganas de visualizaros a ver cómo os manejás danzando con las nativas yemenitas.
El lunes lo sabremos!
Yo desconozco existencia esta iglesia grande. Parece Vaticano, grande pero no hay gente. Vaticano conozco dos veces, pero Costa Marfil no. Vaticano siempre mucha gente turista pero en iglesia Costa Marfil solo Usted visitante, Gracias por descubrir esta iglesia y relato interesante de pais Costa Marfil.
Si! Hay lugares que sorprenden y que no te esperas, eh? El mundo es fascinante!