Hoy os traigo un destino muy especial por dos motivos principales. El primero, para que no quede en el olvido. El segundo, para que conozcáis un lugar que os va a poner los pelos de punta. Lo que ocurrió el 10 de junio de 1944 en Oradour-sur-Glane no se debe olvidar jamás. Hay sucesos y lugares que dejan huellas desgarradoras e indelebles en las personas y en el mundo. Éste es uno de ellos…
Dejamos pues el rescate que llevó a cabo el ejército de Kazajistán para sacarnos de la miseria la semana pasada y nos vamos a Francia. En concreto, al Alto Vienne (Alta Viena) en la región de Nueva Aquitania, al Noroeste de Limoges. Vamos allá.
No recuerdo el número de veces que he visitado Francia. Es un país realmente espectacular en muchos aspectos aunque no siempre lo que encontramos es belleza. Hay eventos históricos que superan la ficción y eso es lo que pasó en el sitio que os presento hoy. Pero empecemos con un poco de historia para situaros.
En 1944 Francia se encontraba ocupada por los nazis y los aliados preparaban un duro golpe contra ellos que supondría, a la postre, el fin de la Segunda Guerra Mundial. Este golpe no era nada menos que el Desembarco de Normandía, en el que se desplegaron alrededor de 160.000 soldados aliados en las costas del país para confrontar de lleno a Hitler y sus secuaces. Aquel día fue el 6 de junio de 1944 (el Día D).
Tan sólo cuatro días después, el 10 de junio a las 14:15, en un pacífico pueblo de la antigua región de Lemosín llamada Oradour-sur-Glane, un grupo de soldados del Regimiento Der Führer de la División SS Das Reich aparecieron y congregaron a toda la población alegando una inspección de documentos de identidad. Sin mediar palabra, los mataron a todos.
Nada menos que 642 personas inocentes, de los cuales, 193 eran niños. Daba igual el sexo o la edad. Unos murieron ametrallados, otros quemados vivos encerrados en la iglesia… Brutal, terrible, espeluznante… Tan solo una mujer y cinco hombres sobrevivieron a aquel horror en el que había españoles también.
¿Los motivos? Muchas opiniones al respecto emanaron en aquel tiempo pero hoy perdura la sensación de que no existía realmente un porqué ni explicación alguna para tal masacre y acto de maldad.
Durante la Segunda Guerra Mundial se cometieron todo tipo de atrocidades pero este fue de los peores cometidos en territorio francés sin lugar a dudas. Para que no se olvide este suceso nunca y para que perviva el recuerdo de aquellos que perdieron su vida sin motivo alguno, Oradour-sur-Glane se mantuvo intacto, tal cual quedó tras aquel fatídico día.
Yo visité el lugar con una amiga francesa y nos quedamos estupefactos. El mero hecho de pensar en lo que ocurrió allí, en aquellas calles, en aquellas casas… Te inunda de tristeza. Imaginar el llanto de los niños, el sufrir de las mujeres, el de los hombres.
Personas que no entendían lo que estaba ocurriendo, que salieron apresurados de sus casas, de sus trabajos, con harina en sus delantales, con dedales en sus dedos, con sus documentos en sus inocentes y desprevenidas manos… Para asistir al último momento de sus otrora tranquilas vidas.
Están los coches tal y como los aparcaron, las máquinas de coser tras sus últimas puntadas, las huellas del fuego y las balas, el carrito del niño que jamás volvió a pasear… Todos ellos testigos eternos de algo que nunca debió ocurrir.
De allí se sale extraño, sobrecogido, confuso…
Hasta la semana que viene.
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Terrible. Otra prueba más de todo lo malo que hicieron los nazis. La capacidad del ser humano para hacer daño no tiene límites, desafortunadamente.
Un abrazo.
Leon Hochman.
Así es, querido amigo. Totalmente de acuerdo contigo. Un abrazo!